La compartición de infraestructura está de moda en Colombia, aunque ya existe hace varios años en el país y en otras geografías. Esta es una figura que permite que las empresas de telecomunicaciones, las telcos, hagan uso compartido de ciertos activos y a la vez tengan la capacidad de competir abierta e independientemente de cuándo entren al mercado o de su capacidad de inversión en su infraestructura propia. Este tipo de regulación está diseñada para que el usuario pueda siempre escoger libremente su operador de telecomunicaciones y que siempre tenga servicio.

La más vieja y conocida es la Interconexión, la obligación de permitir que los usuarios de otras compañías llamen a los de otro operador, un servicio entre telcos para beneficio de los usuarios. La segunda es Coubicación, sucede cuando el operador A tiene una torre y decide ofrecerle al B que ponga sus antenas en la misma torre, un arrendamiento de espacio. Por último, y la más sofisticada forma de compartición, es la que se conoce como el Roaming ( itinerancia) Automático Nacional -RAN-, que implica que un usuario del operador A va a una localidad, en la que esa empresa decidió no invertir, pero la compañía B sí tiene señal. En este caso, el operador B recibe al del A y lo mantiene conectado.

Estas modalidades benefician al usuario y aumentan el nivel de competencia, políticas y regulaciones encaminadas, en últimas, a conectar al desconectado. Lo que también es cierto es que, para que se pueda dar la compartición, alguien tuvo que invertir, esperando recibir el pago de aquel que usa esa infraestructura.

Ahora, lo interesante es que donde procede, la Comisión de Regulación de Comunicaciones -CRC-, la autoridad regulatoria del sector, ha regulado los cargos de acceso para la interconexión, las tarifas de uso de las redes eléctricas y las de voz y datos en RAN. Bien por la CRC, porque se enfoca en crear reglas de juego claras para todos los actores por igual, incentivando la competencia y la inversión al reconocer que quienes hicieron las inversiones deben ser apropiadamente recompensados, siempre en pro del bienestar del usuario.

Luego de haber explicado qué es compartición de infraestructura, vale la pena, por rigor académico, entender cómo funciona el mercado de los servicios móviles, el de la voz y los datos móviles, y describir qué no es compartición de infraestructura. Mucha gente no lo sabe.

El mercado móvil, está compuesto, por un lado, por el llamado mayorista, el del productor, empresas que se dedican a invertir en infraestructura, torres, antenas, fibra óptica, software y una cantidad de equipamiento para prestar el servicio de forma estable y segura. En términos coloquiales, es como el panadero que vende solo al por mayor: Claro, Movistar, Tigo, WOM y DirecTV en Colombia, los que tienen licencias de espectro asignadas y participan hoy de ese mercado. Y, por el otro, el minorista, aquel que le compra el pan al panadero mayorista para ir a venderlo a la salida de la iglesia. Es así como otras 12 empresas u operadores móviles virtuales en Colombia, no invierten en la red y “revenden” los segundos y kilobytes que producen otros.

Así, la supuesta nueva modalidad que insisten en llamar “compartición” de infraestructura, es cuando dos operadores mayoristas se asocian para producir el pan juntos. ¡Esa no es compartición de infraestructura! Esa es la conformación de una nueva sociedad, una nueva empresa, en donde los socios del operador A y del B aportan sus redes, sus licencias de espectro y conforman la empresa mayorista C.

Repito, esa no es compartición de una nueva infraestructura, es una jugada con cambio de composición societaria, y cualquier ejercicio de este tipo debe estar sujeto de las leyes de competencia en el país. La clave aquí es que las reglas sean estables e iguales para todos, o la inversión que tanto necesita Colombia para conectar a los millones que aún siguen desconectados se irá para otras latitudes, ¡No lo duden!