Analistas 02/04/2020

¿Cómo se puede responder a dos crisis simultáneas?

Juan Carlos Holguín
Socio de Holguin Consulting LLC

La crisis sanitaria generada por el coronavirus es real, inmediata y presenta varios desafíos. El primero, inexistencia de una vacuna y la posibilidad de que los científicos tarden hasta 18 meses en la producción de una vacuna segura y efectiva. El segundo es la no existencia de un antiviral u otro tratamiento efectivo para atender a los pacientes en estado crítico y, aunque es posible que en las próximas semanas la comunidad científica descubra alguna medicina que funcione, eso no está garantizado. El tercero es que presenta una tasa de mortalidad elevadísima en comparación con otras enfermedades virales. Los expertos del Centro de Prevención y Control de Enfermedades de Estados Unidos estiman que el porcentaje de mortalidad puede estar alrededor del 1% de los infectados, porcentaje que es similar al que tiene Colombia hasta el momento. Desafortunadamente, ese porcentaje aumenta de manera significativa en los adultos mayores y en las personas que padecen de enfermedades respiratorias, cardiacas o relacionadas con el sistema inmunológico.

Lo más seguro es que esta crisis sanitaria solo sea superada en su totalidad cuando exista una vacuna que le permita a la mayor parte de la población mundial adquirir inmunidad; lo cual se puede demorar según los escenarios más optimistas entre un año y 18 meses. Mientras tanto los gobiernos de todo el mundo deben continuar adoptando medidas, no para erradicar el virus y su transmisión (porque es una tarea imposible), pero sí para disminuir el ritmo de contagio y que de esa manera los casos más críticos no colapsen el sistema de salud, como lo que ha estado ocurriendo en Italia y España, para proteger a la población más vulnerable en relación al coronavirus.

Igualmente, la crisis económica que está generando el coronavirus también es real, inmediata y trae grandes desafíos. Las economías están en “comas inducidos”. De la noche a la mañana, grandes sectores de las economías se cerraron y por un tiempo indeterminado. Algo que nunca ha sucedido antes. En la crisis de 2008/2009, las malas noticias se fueron desarrollando en el transcurso de varios meses y a pesar de los efectos negativos en varios sectores, nunca hubo un cese total.

En el caso colombiano, tenemos al menos seis sectores totalmente paralizados: el de transporte aéreo y terrestre de pasajeros, el de hoteles, el de restaurantes y bares, el de eventos deportivos y artísticos, el de recreación y práctica deportiva y el de comercio (con la excepción de la venta de alimentos.)

El efecto de esa paralización será devastador. En tiempos normales, la gran parte de los ingresos de esos sectores van al pago de empleados, al pago de proveedores, al pago de impuestos y parafiscales, al pago de arrendamientos, el pago de préstamos con el sector financiero, etc.

Si la situación se prolonga por un tiempo muy largo, muchas de esas empresas pueden terminar en situaciones de iliquidez que las obligue a no poder cumplir con sus obligaciones financieras, lo que conllevaría a un aumento del riesgo financiero (aumento de las tasas de interés y restricción de nuevos créditos) para todos, incluidas las empresas con una cartera saludable.

Como si las noticias no fueran lo suficientemente malas con respecto a los sectores paralizados, muy seguramente se recibirán peores noticias durante el transcurso del año en relación al precio del petróleo (por la caída mundial de la demanda), a las remesas de los colombianos en el exterior (Estados Unidos y España en recesión) y las divisas que los turistas no traerán.

Por lo tanto, tenemos dos crisis (una sanitaria y otra económica) generadas por la misma pandemia viral, sucediendo al mismo tiempo, ¿cómo enfrentarlas sin que las medidas para ganar una de las batallas no nos lleve a perder la otra? No hay una respuesta correcta o única, pero las decisiones que tomen los gobiernos de cada país si deben estar soportadas por sus propios datos (números de infectados, porcentaje de mortalidad, efectividad de las medidas previamente adoptadas, etc.) y sus propias características políticas y económicas.

Por ejemplo, en Colombia no se han presentado las mismas tasas de mortalidad que se han registrado en España e Italia, en nuestro país las libertades y derechos garantizados por la Constitución no se pueden suspender de manera indefinida como lo hacen otras naciones autocráticas, el gobierno no cuenta con el mismo margen de maniobra que tiene Estados Unidos o Europa para incrementar de manera exorbitante su gasto público de un momento a otro sin que eso implique pérdida de la calificación de crédito (Estados Unidos aprobó dos billones de dólares en gasto para enfrentar la crisis sin perder su crédito triple A.)

En el caso colombiano, más del 50% de los infectados (hasta el momento) ha llegado desde el exterior (principalmente de España y Estados Unidos) y han sido la principal fuente de los contagios locales. En Japón y otros países de Asia donde no se han decretado cuarentenas, el uso del tapabocas en espacios públicos es generalizado, y aunque los expertos señalan que no cumple ninguna función en los que están sanos, el hecho que todos lo usen garantiza que todos los enfermos, incluidos los que no presentan síntomas, tengan uno y de esa manera se frene el contagio.

En fin, datos e información como la mencionada deben estar en el centro de las decisiones que se tomen en los próximos 18 meses para afrontar las dos crisis que tenemos en frente.

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