Emprendiendo “a lo pobre”
Uno de los mayores errores que cometen los emprendedores al iniciar su startup es pensar que precisamente por el hecho de ser emprendedores, adquieren un estatus especial que les permite hacer determinados gastos que, en la mayoría de los casos, no son necesarios cuando un negocio apenas está naciendo. Por ejemplo: conseguir oficina en la mejor zona de la ciudad, decorada “a lo Google” para incentivar la creatividad; tener secretaria para que le coordine su ocupada agenda y le sirva el café en las reuniones; contratar una empresa de branding para diseñar el logotipo, la página web y las tarjetas de presentación; comprar carro último modelo que vaya de acuerdo con el espíritu libre, juvenil y exitoso que caracteriza a los emprendedores, entre otros.
A la hora de arrancar una empresa, muchas veces adquieren más importancia los gastos relacionados con el montaje y la decoración de la oficina porque son “chéveres” y porque tienen que ver con la “imagen” del negocio, pero se le presta menos atención a los gastos verdaderamente importantes que son los relacionados con la materialización y puesta en funcionamiento de la idea de negocio. De esta manera, se corre el riesgo de malgastar los recursos que la startup necesita para consolidarse.
El informe “Determinantes de la supervivencia empresarial” de Confecámaras menciona que la probabilidad de supervivencia de una empresa es directamente proporcional a su tamaño; es decir, que las empresas más pequeñas (en activos, en personal, etc.) desafortunadamente tienen menos posibilidades de sobrevivir. De hecho, en los países de la Ocde, la tasa de supervivencia empresarial ronda 40% después de cinco años de funcionamiento. En ese orden de ideas, si una startup nace pequeña, con mayor razón hay que cuidarla para que perdure, y esto significa controlar la caja y no hacer gastos innecesarios.
Precisamente, una de las competencias que deben desarrollar los emprendedores es la austeridad, que no quiere decir “no gastar” sino “gastar lo estrictamente necesario”. Esta actitud ayuda a mantener el foco en lo que es verdaderamente relevante para el desarrollo de la idea de negocio. En este sentido, vale la pena remitirse a las historias de emprendimiento de las empresas más grandes del mundo. Por ejemplo, Apple nació en el garaje de la casa de los padres de Steve Jobs, donde se reunían Jobs y Wozniak para trabajar en sus diseños porque no tenían dinero suficiente para alquilar un local. Google nació en un pequeño garaje alquilado por Larry Page y Sergei Brin. Mark Zuckerberg comenzó Facebook en su dormitorio cuando estudiaba en Harvard. Tuvieron que pasar muchos años para que estas empresas de tecnología pudieran construir las instalaciones que actualmente tienen.
Al comienzo, el emprendedor deberá hacer de recepcionista, mensajero, vendedor y gerente. Ya habrá tiempo para el carro, la oficina, la secretaria y demás lujos; mientras tanto, lo importante es que comience a sonar la caja registradora.