Uno de los libros que leí durante el receso navideño fue “30 cosas sobre emprendimiento que nadie me enseñó en la universidad”, escrito por mi amigo Julio Andrés Rozo, emprendedor y fundador de AISO - Academia de Innovación para la Sostenibilidad, entidad que asesora a otros emprendedores y empresas en la generación de estrategias sostenibles enfocadas en negocios verdes.

Mientras leía, pensaba en todas aquellas personas que se propusieron para este año crear su propia startup, después de haber analizado por un buen tiempo la oportunidad de negocio, echar algunos números y convencer a un par de familiares y/o amigos para que inviertieran en la naciente empresa. Al fin y al cabo, de acuerdo al último reporte del Global Entrepreneurship Monitor para Colombia, 52,4% de las personas encuestadas han percibido oportunidades de negocio en su entorno y 68,5% creen tener las habilidades para emprender. Solamente les falta lanzarse.

En este libro, Julio Andrés narra, de una manera muy divertida, los errores -algunos no tan divertidos- que ha cometido hasta el momento y recoge una serie de recomendaciones nacidas del ensayo y el error para evitar caer en ellos. No se trata de un texto en el que ilustra las problemáticas típicas del mundo del emprendimiento como el modelo de negocio o la búsqueda de financiación, sino que cuenta desde su experiencia personal, primero como empleado y después como independiente, el camino que ha recorrido y los sacrificios que ha hecho para lograr el cumplimiento de sus metas y la estabilización de su startup.

En lo que sí hace énfasis Julio Andrés en cada una de sus anécdotas es en la importancia del fracaso como fuente de aprendizaje, pues el emprendimiento está más relacionado con la experiencia que con la implementación de técnicas de management. Dice en la introducción, no sin antes advertir acerca del alto grado de subjetividad con que está escrito el libro: “Con base en mi trayectoria, puedo asegurar que 80% del éxito de los proyectos de emprendimiento radica en la habilidad de capitalizar las lecciones aprendidas, gestionar los efectos de la palabra fracaso y manejar las frustraciones. El 20% restante se lo atribuyo a las herramientas de tendencia que muchas veces son presentadas como la fórmula mágica del emprendimiento por parte de algunos asesores, consultores o profesores que, sin ser emprendedores, hablan sobre emprendimiento”.

La historia de un emprendedor, el que sea, siempre generará admiración y servirá para inspirar y animar a muchas personas a dar ese paso por el cual comienzan a llamarse y a ser reconocidos como emprendedores. Gracias Julio Andrés por compartir tu experiencia personal y mucho ánimo para lo que se viene porque es grande.

Pregunta suelta: ¿Este año sí me lanzaré a montar mi propia startup? Como dice el refrán: “Al que le caiga el guante, que se lo chante”.

P.D. El libro se puede adquirir a través de la cuenta de Instagram @erroresdelemprendedor.