Tribuna Empresarial

Colombia al diván

Juan Fernando Samudio

Hace rato tengo ganas de hacerle a Colombia un psicoanálisis. Necesitamos terapia para descubrir los traumas que alimentan nuestra identidad y las taras que nos limitan.

Lo primero que advierto es que tenemos una baja autoestima. Años de narcos, corrupción y guerrillas han marcado nuestra identidad, a pesar de que la mayoría no traficamos ni somos corruptos. Pero, como lo que vende es el miedo, los medios nos bombardean con noticias que refuerzan la narrativa de que somos un país de violentos. El hecho de tener a un exguerrillero que simpatiza con los narcos en Palacio no ayuda ¿Cuándo vamos a entender que Colombia es más que sus delincuentes y su gobierno? Es hora de empezar a ver más allá del noticiero y redefinirnos.

Somos acomplejados. Lo extranjero nos descresta. En todos los estratos el gran sueño es emigrar. Los estratos altos no ven la hora de exportar a sus hijos con el cuento de que afuera están más seguros y que hay que respetar sus deseos de irse ¿Cómo no van a querer irse si nos la pasamos criticando a Colombia? En los estratos bajos idealizan el sueño americano porque dizque en esas latitudes hay más oportunidades. Puede que sí, pero no necesariamente porque no las haya en Colombia. Esta ampliamente documentado que en el país ya hay escasez de talento humano. Como dice el dicho “el prado es más verde al otro lado de la cerca”.

Vivimos anclados a unos paradigmas que nos frenan. Que reina la polarización, que somos el segundo país más desigual del mundo y que la violencia es causada por la pobreza. Todas verdades a medias. En todo el mundo hay polarización política. Sino vean una sesión del parlamento británico o una rueda de prensa de Trump. Sin duda tenemos desigualdad, pero no somos de los últimos de la cola. Si no me creen revisen el informe de desigualdad del Banco Mundial (WID), en el cual no aparecemos en los últimos lugares como tanto le gusta recitar a la izquierda. Hay países mucho más pobres que el nuestro donde los indicadores de criminalidad son más bajos. No ayuda que la izquierda explote estas inseguridades y que, en vez de invitarnos a superarlas, aprovechan nuestros miedos para reforzar la idea de que somos así y que el único remedio es más Estado.

Todas estas narrativas nos limitan. Jugamos a empatar porque pensamos que tenemos unos defectos intrínsecos. El tratamiento para nuestra condición mental no es otro que el refuerzo positivo. Lo mismo que recomiendan a los padres para educar a sus hijos. En vez de solo regañar y resaltar lo malo, también hay que aplaudir y reconocer lo bueno.

Cosas para estar orgullosos hay muchas. Hemos vivido 50 años de asedio narco y las instituciones democráticas se han mantenido firmes. Somos líderes mundiales en música urbana con muchos artistas de talla mundial. Tenemos un empresariado dinámico que ha salido en los últimos 30 años a conquistar el mundo con éxito como lo demuestran las de siempre y otras menos conocidas como Ajover, Fanalca, Totto y Vélez. Hoy día somos el tercer país receptor de turismo internacional de la región después de México y República Dominicana. El Dorado es el aeropuerto con mayor movimiento de América Latina. En materia de startups Bogotá está dentro de los tres ecosistemas más destacados de Latinoamérica junto con São Paulo y Ciudad de México. Podría seguir pero no hay espacio.

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