Analistas 15/07/2023

El mito escandinavo

Recientemente tuve la oportunidad de visitar los países escandinavos. Como lo esperaba, me encontré con unas naciones muy avanzadas en lo social y en lo económico.

En efecto, Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega puntean en índices de desarrollo humano y de movilidad social. Dado que los progresistas siempre nos han vendido la idea que estos países son un paraíso socialista, me di a la tarea de averiguar si es cierto. Como lo sospeché, no hay nada más alejado de la realidad.

Hace rato los progresistas de izquierda están desactualizados sobre quiénes gobiernan en estos países y cuáles son sus políticas económicas. La realidad es que los cuatro países escandinavos se encuentran entre los primeros 30 países del ranking del Índice de Libertad Económica -Colombia está en puesto 49-. En otras palabras, lejos de ser países con fuerte intervención del estado, son economías abiertas, con baja carga regulatoria, particularmente en el ámbito laboral.

Es más, Suecia, Dinamarca y Finlandia se opusieron a fijar un salario mínimo para toda la Unión Europea por considerarlo inconveniente. Creen que funciona mejor la negociación entre empresas y trabajadores. También defienden con fortaleza la propiedad privada y promueven con ahínco el emprendimiento. Mejor dicho, son países donde valoran la economía de mercado.

Otra leyenda urbana es que los países nórdicos tienen una carga tributaria enorme para financiar su estado bienestar. Es cierto que los impuestos de renta personales son altos, pero no así los de las empresas. De hecho, Suecia emprendió una serie de reformas en los años 90 para reactivar su economía, que incluyeron la reducción de la tasa impositiva a las empresas de 52% a 30%.

Al ver los resultados positivos que tuvieron estas reducciones, la siguieron bajando hasta llegar a 22% de hoy día -en Colombia la tasa nominal para empresas es de 35%-. No contentos con eso, también eliminaron el impuesto a las sucesiones, lo que ha motivado que grandes capitales se queden en el país y sean reinvertidos en la economía.

Es cierto que el gasto social es muy alto. Lo que no es cierto es que sea totalmente gratuito. La realidad es que la mayoría de los gastos sociales en los cuatro países mencionados tienen copagos. Tampoco es cierto que estos países sean el olimpo de solidaridad y que las empresas paguen fortunas para financiar el gasto público social.

No solo eso, han llegado hasta el punto de privatizar parcialmente la salud y la educación. Suecia por ejemplo, ha entregado en concesión hospitales públicos para que sean administrados por privados. Se le paga al concesionario sobre índices de calidad y, al promover la competencia entre concesionarios, se ha mejorado sustancialmente la eficiencia en el servicio.

En materia educativa Finlandia -que tiene uno de los mejores sistemas educativos del mundo- ha ido migrando a un modelo donde cada vez hay menos colegios públicos. Lo que hace este país es darles a los padres bonos para que sus hijos vayan a los colegios privados que prefieran. En vez de financiar la oferta, el estado financia la demanda y la gente recibe un cupón con el cual paga el colegio. El modelo del cheque escolar no sólo le da el poder a los padres, si no que también se lo quita a los sindicatos de profesores que muchas veces solo velan por sus beneficios.

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