De toda la fauna social latinoamericana con conciencia política, en mi opinión el peor espécimen es el idiota. Más precisamente el ‘idiota útil’. ‘Idiota útil’ es un término atribuido a Lenin que fue usado para describir a los simpatizantes de la Urss en los países occidentales. La expresión implicaba que, aunque el simpatizante se veía a sí mismo como amigable con los soviéticos, en realidad eran tratados por estos con desdén y cínicamente utilizados como promotores de las ideas comunistas. Nuestros ‘idiotas útiles’ criollos son algunos miembros del establecimiento político, periodístico, económico, académico y cultural que de manera solapada justifican a las izquierdas populistas con argumentos simplistas.
Típicamente la justificación la basan en temas de desigualdad y de corrupción. Como si la izquierda populista se distinguiera en el mundo por combatir eficientemente estos males. Muy por el contrario, hay amplia evidencia de su propensión a la corrupción y de su incompetencia para gobernar. No hay sino que ver los desastres de Venezuela y Argentina.
Además del café, la música y la biodiversidad, Colombia también es tierra fértil para la idiotez. Porque cómo más se explica que después de tener el ejemplo de Venezuela, donde el régimen Chavista empobreció a millones, algunos idiotas locales hayan estado dispuestos a darle una oportunidad a una izquierda populista con un discurso similar al del teniente coronel, y que además dio muestras de su incompetencia cuando tuvo la oportunidad de gobernar a Bogotá. Ahora muchos están arrepentidos, rasgándose las vestiduras por el desgobierno en el que andamos y por los escándalos que están apareciendo.
Entre ellos hay distinguidos ex ministros, ex rectores, actores, líderes de ONG, periodistas, etc. Por eso pregunto. ¿Qué andaba tan mal en Colombia que justificaba dar ese salto al vacío? ¿Dónde han visto que la izquierda populista haya hecho un gobierno exento de escándalos? Nos tragamos el cuento de que andábamos pésimo sin detenernos a pensar que en los últimos 30 años hemos avanzado mucho. Los ‘idiotas útiles’ hicieron eco de muchas mentiras y ahora estamos pagando las consecuencias.
El idiota regional tiene caballitos de batalla reiterativos. Primero, la explotación. Para ellos, si somos pobres es por culpa de alguien. Si no es de los ricos, es de los inversionistas extranjeros. Nunca es culpa de nuestro desorden y falta de sacrificio. Segundo, hablan permanentemente de la desigualdad. Claro que la hay y es lamentable que sea tan grande. ¿Pero, para reducirla hay que arrasarlo todo, arriesgando lo que funciona? Tercero, que los ricos -eufemismo para empresario y asalariado acomodado- no aportan lo suficiente. ¿No aportan lo suficiente? En Colombia las empresas y los asalariados de ingresos medios y altos son casi que los únicos que pagan impuestos.
Ellos asumen una muy alta proporción del gasto social. Cuarto, la corrupción. Dicen que hay una clase política que roba y que entonces hay que cambiarla. Que ingenuidad. ¿Acaso no han oído de los Boliburgueses de Venezuela? Para los que no, es una nueva clase social que ha saqueado al Estado y que hace ver a la clase política anterior como unas monjas de la caridad. Por los escándalos de las últimas semanas en Colombia, que involucran grandes sumas de dinero, parece que nosotros también estamos incubando una nueva clase de ricos.