Tribuna Empresarial

Trump 2.0

Juan Fernando Samudio

He oído a mucho paisano declararse feliz por la victoria de Trump. Asumo que para ellos derecha es derecha independientemente de lo que el personaje que la encarna represente y diga. Lo cierto es que muchos seres humanos tienen una moral selectiva y al evaluar a Trump desestiman el hecho de que es un criminal convicto, promotor de una insurrección violenta y un mentiroso patológico. A grupos cristianos de aquí y de allá no les parece importar el hecho de que el señor viole los más básicos principios de su religión. Estoy seguro que si fuesen preguntados si lo querrían de socio o de yerno, probablemente dirían que no. ¿Entonces, por qué lo quieren como presidente?

Pero más allá de lo moralmente reprochable que pueda ser Trump, lo importante es entender por qué la mitad de los americanos votaron por él y cuáles pueden ser las consecuencias de haberlo elegido.

Posiblemente la principal razón del surgimiento del Trumpismo es el desencanto con el orden “liberal” de los últimos 70 años, que valga decir, le trajo al mundo prosperidad y estabilidad. Recordemos que el liberalismo es una doctrina basada en un estado de derecho que protege la igualdad de los individuos y que propende por el respeto de su dignidad. Lamentablemente en los últimos 30 años esta ideología ha sufrido dos grandes distorsiones que favorecieron el ascenso del movimiento Maga. La primera fue la aparición del “neoliberalismo”, una tendencia económica que sobre valoró la capacidad del mercado para solucionar la pobreza y la desigualdad, y que asimismo, tuvo un alto costo en pérdida de empleos industriales. La segunda fue la política de identidad o “liberalismo woke”, en la cual la tradicional atención hacia la clase trabajadora fue reemplazada por una protección sesgada hacia grupos marginados, como minorías raciales y sexuales.

Como antídoto a los excesos del liberalismo, el discurso de Trump se concentró principalmente en dos temas que tuvieron eco en el electorado: el proteccionismo económico y el rechazo a la inmigración. Sobre el proteccionismo Trump ha dicho que considera la palabra “arancel” como la más bella del idioma inglés. Propone imponerle aranceles a todos los productos fabricados en el extranjero, sin importar si provienen de países amigos o enemigos. Muchos economistas advierten que este tipo de proteccionismo aumentaría la inflación, reduciría la productividad y elevaría el desempleo.

En cuanto a la inmigración, Trump busca deportar a más de 10 millones de inmigrantes indocumentados que residen en el país. Esto implicaría una inversión gigantesca en centros de detención y agentes de control migratorio. Estas inversiones contribuirían a aumentar, combinado con la reducción de impuestos que pretende Trump, el ya abultado déficit fiscal americano. Además, estas deportaciones masivas serían graves para industrias que dependen de mano de obra inmigrante, como la construcción y la agricultura. Y ni hablar del desafío moral de separar a padres inmigrantes de sus hijos nacidos en EE.UU.

Independientemente de que Trump lleve a cabo sus promesas electorales, ya ha causado mucho daño. Con su retórica incendiaria no solo profundizó la polarización de la sociedad americana, sino que también transformó a EE.UU. en una sociedad de baja confianza en las instituciones democráticas con “la gran mentira” del robo de las elecciones de 2020.

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