A todos nos sorprende la velocidad con la que las compañías que rentan patinetas eléctricas se han tomado cientos de ciudades en todo el mundo. Hace apenas dos años nació Bird en Santa Mónica, California, y en menos de 15 meses ya operaba en 60 ciudades y se había convertido en un unicornio. De ahí, un puñado de compañías siguieron su ejemplo y pronto se extendieron por los cinco continentes. Como siempre en estos casos, lo interesante es preguntarse ¿por qué un vehículo que en principio tiene tantas limitaciones y tantos detractores ha logrado crecer tan rápidamente y ganar las guerras que tantos otros han perdido?
La primera razón es que el mundo de las startups se rige por la filosofía de pedir perdón en vez de pedir permiso. El modus operandi es la iteración, es decir, probar el producto en diversos mercados para ir ajustándolo y, de este modo, hacer que la experiencia de usuario sea cada vez mejor. En muchas ciudades han entrado sin regulación alguna porque, como casi siempre en estos casos, la legislación va kilómetros atrás. Aún así, no han sido pocas las ciudades en las que las patinetas han salido de circulación por una decisión gubernamental o aquellas en las que se han impuesto sanciones o exigencias como el casco o la prohibición de circular por el andén.
Pero, ¿qué es lo que las hace tan atractivas? En gran parte es su forma simple, cercana, que parece más el juguete de un niño que un vehículo. Quizás para algunos represente nostalgia de la infancia o la juventud. La realidad es que las patinetas se le metieron a las ciudades por el corazón y no por la razón. No nos digamos mentiras: esta no es una solución integral de transporte. Quizás muchos no lo saben, pero las patinetas eléctricas están pensadas para geografías en las que el transporte público opera perfectamente. De modo que su función es proveer el transporte en la primera y en la última milla: acercan al usuario al transporte público y lo llevan desde el paradero o estación hasta su destino. Si no existe buen transporte público que haga esa mediación, las patinetas se quedan como una solución a medias.
Por último, y como una razón más que explica su veloz expansión, no se puede dejar de mencionar el trabajo tan acertado que han hecho de construcción de marca. Este es posiblemente el caso más rápido de expansión global de una categoría que hayamos conocido. Globalmente, son cerca de 10 marcas que ya se han convertido en verdaderas multinacionales. Muy inteligentemente se han sabido apropiar de nombres, colores, íconos y logos vistosos para diferenciarse y ganar el interés del transeúnte por bajar la aplicación y subirse a la ola.
¿Qué futuro le espera a las patinetas? ¿Serán una opción que se consolide o terminarán como una tecnología de transición? ¿Terminarán desplazadas por otras soluciones de transporte? Lo que hoy sabemos es que muchos visionarios están creyendo en ellas. Uber, Lyft, e incluso Ford, son algunos de los inversionistas detrás de los principales operadores. Innovaciones apoyadas en inteligencia artificial están trabajando en las futuras generaciones de patinetas para que sean más seguras, identifiquen la proximidad de autos, bicicletas o transeúntes y eviten así los accidentes. Con esto, muchos de los que hoy las rechazan o les temen, comenzarán seguramente a hacerles mejor cara.