Analistas 21/02/2024

¿En qué puedo creer?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

Algunos calculan que para 2025, 90% de toda la información que consumamos en redes sociales será generada por inteligencia artificial. Ni hablar de la cantidad de imágenes o videos que nos mostrarán lugares inexistentes generados por la máquina, así como los rostros de personas cuyas fotos aunque nos parezcan muy reales, son simplemente la suma de rasgos de muchas personas que la máquina está generando de manera automática.

Al mismo tiempo, 43% de los usuarios de TikTok dice que se informa de las noticias a través de esta plataforma. En Instagram lo hace 43% de sus usuarios. Basta una mirada rápida para entender que la información que se genera en las redes sociales no tiene control y tampoco es producida o curada por periodistas o profesionales de la información. La gente ha dejado de ver y escuchar los noticieros y los espacios informativos y ha concentrado su tiempo y su atención en las redes y no en los diarios. El periodismo y el entretenimiento se han convertido en una sola cosa.

Un 64% de los encuestados a nivel global por el Edelman Trust Barometer (2024) cree que los periodistas generan a propósito información falsa o imprecisa para manipular a la opinión pública. Así que el problema no es que el ciudadano no tenga acceso a la verdad. El problema es que quiere consumir la versión de la realidad que le fabrica el algoritmo de las redes sociales. Un algoritmo que funciona siguiendo sus gustos y pasiones sin control alguno (¡cómo extrañamos la moderación de Twitter antes de Elon Musk!).

Un ciudadano que se malinforma se convierte en un peligro real para la democracia, particularmente en entornos de alta polarización porque de esta manera se facilita la elección de gobernantes autoritarios con discursos fabricados para capturar la atención. El algoritmo que sólo sirve el contenido que entretiene y engancha a la gente priva al ciudadano de la posibilidad de conocer visiones opuestas o contrastantes.

La gran pregunta para quienes trabajamos en la construcción de marcas es por el rol que tenemos en este contexto y las opciones para contribuir en la defensa de la verdad y del periodismo. La oportunidad es apoyar a los medios que hacen una labor seria, valiente y responsable por informar a la sociedad.

En los últimos años muchos medios han buscado ampliar su modelo de negocio con las suscripciones de los usuarios. Pero cada vez es más dura la competencia por el presupuesto que el ciudadano tiene para las plataformas de contenido pago. Muchos medios cuyo trabajo serio y responsable ha estado presente por décadas, hoy tienen que flexibilizar la línea entre el entretenimiento y la información para competir con las redes sociales y demás plataformas de entretenimiento.

Es momento de que las marcas asuman tomen la iniciativa. Si los ciudadanos se informan cada vez menos a través de los medios y, en cambio, lo hacen a través de las redes sociales donde no tienen que hacer ningún desembolso, las marcas pueden apoyar con su pauta publicitaria el trabajo periodístico serio. Es un momento muy complejo para la sobrevivencia de la verdad. Sin verdad no hay confianza y sin confianza no hay un clima propicio para que las marcas crezcan y desarrollen sus mercados. Es momento de apoyar la verdad y los anunciantes podrían hacer una gran diferencia.

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