Tendemos a pensar que si las generaciones más jóvenes hoy dependen tanto de las redes sociales y su vida gira en torno a todo lo que ocurre en TikTok o en Instagram, las generaciones futuras simplemente serán incapaces de controlarlo. Pero un estudio de Pew Research Center demostró que la generación alfa (nacidos a partir del 2013) parecen más capaces de controlar el tiempo que pasan en redes sociales que sus hermanos mayores. Para 25% de ellos sería “muy fácil” dejar de usar las redes sociales, mientras que para los de la generación Z (nacidos entre 1995 y 2009) esta cifra es de 16%.
La realidad es que la generación que vendrá a relevar a los Z no sólo es más nativa digital sino que muchos son la generación a los que la pandemia impactó su ingreso a la escuela o que tuvieron que remplazar el jardín infantil por las pantallas. Por esto no es que dependan menos de las pantallas. De hecho, por ejemplo, en lo que tiene que ver con videojuegos, 47% afirma que los disfruta. Es una generación que ve los videojuegos como una forma de socializar y de expresar su creatividad. Pensemos en Fortnite, Minecraft o Roblox (que se hizo popular por permitir la creación de juegos a sus usuarios).
En el uso de los canales de social media, a muchos de los cuales tienen acceso la mitad de los alfa (no obstante no estar aún en la edad mínima permitida) parecen menos atractivos como forma de pasar el tiempo. Parece ser una generación menos interesada por “scrolling” (pasar contenidos uno tras otro en redes sociales), y en cambio más atraídos por las conexiones con la gente que realmente les interesa. Dos estudios de Morning Consult y de GWI sugieren que los alfas tienen más interés en ver en persona a los amigos durante el fin de semana que hablar con ellos de manera virtual. Otro elemento curioso es que parecen menos interesados en crear contenidos por sí mismos o buscando la exposición de sus vidas como ocurre con la generación Z.
Una de las razones que lo explica es que la generación alfa es la generación más consciente sobre la privacidad. Son muchas veces más desconfiados que sus padres o hermanos mayores sobre lo que implica compartir momentos o situaciones en redes sociales. En el reciente festival de Cannes Lions se premió una pieza desarrollada para Deutsche Telecom por la agencia Adam&Eve/DDB en Alemania y que buscaba hacer conscientes a los padres sobre las implicaciones de compartir imágenes de sus hijos pequeños. Gracias a la inteligencia artificial fue posible hacer que los padres vieran a sus propios hijos veinte años después reclamándoles el hecho de haber compartido sus imágenes cuando eran niños con todos los riesgos que esto implica. Y el daño que puede generar en sus vidas.
Si para las generaciones Z y Y las posibilidades de crear contenido, o de ganar popularidad en las redes sociales es algo muy atractivo, los alfas vienen con un mayor entendimiento de los riesgos y las implicaciones que esto tiene. Saben los peligros de la inteligencia artificial. Pareciera que ahora serán los padres los que aprendan de sus hijos la importancia de la privacidad. La gran oportunidad de las marcas para ganar a esos nuevos consumidores será la capacidad de demostrarles que hablan ese mismo lenguaje y que están comprometidos con proteger su identidad, su imagen y sus conversaciones.