Dejemos el racionamiento en el 2025: propuesta de Año Viejo para el sector eléctrico
La creciente dificultad para desarrollar nuevos proyectos de energía en Colombia es una situación menos visible que el cambio climático, pero que sigue la misma lógica de revisar decisiones actuales y su impacto en el futuro. Causada por una trombosis administrativa en el proceso de asignación de puntos de conexión, esta problemática es un racionamiento silencioso del futuro, el desarrollo y la competitividad del país.
La Aorta del sector eléctrico está colapsada en dos puntos críticos que amenazan nuestra seguridad energética. Aunque todavía no enfrentamos un apagón tangible, ya estamos viviendo algo quizá más grave. Es momento de identificar los trombos y poner los stents necesarios.
Primer trombo: una moratoria que congeló la fábrica de energía
El país lleva más de dos años sin permitir la solicitud de puntos de conexión. Las solicitudes presentadas en el año 2023 apenas están comenzando a ser resueltas ahora, a finales de 2025, y desde aquel año el gobierno dejó de aceptar nuevas solicitudes.
Vivimos una versión moderna de cuando se rechazó la sede del mundial de fútbol en 1986. Nuevamente nos están ofreciendo la sede de un mundial, y, otra vez, estamos diciendo que no hay estadios listos ni fecha para construirlos.
El resultado es evidente: Cero megavatios nuevos para una demanda de energía que crece a la velocidad de la tecnología y la innovación. Esta descoordinación es una crisis nacional en ciernes.
Segunda obstrucción: el acaparamiento de la red
Existe un segundo problema ya reconocido por la regulación: cerca de 2.800 MW acaparando capacidad de red, según cifras de la CREG.
Debe corregirse, sin duda. Pero es fundamental dimensionarlo correctamente: representa aproximadamente el 13 % de la Capacidad Efectiva Neta del sistema. Es un problema relevante, pero no es el principal cuello de botella.
En términos de urgencia, la prioridad debe ser la asignación de nueva capacidad que no tiene un límite intrínseco diferente al costo de expansión del sistema, perfectamente gestionable con planeación y señales económicas claras. Emparejar la oferta de energía al ritmo de la demanda debe ser nuestra prioridad.
Por esto se requieren medidas de choque.
Dos stents para reconectar la producción de energía
1. Levantar la moratoria
Si la preocupación era la especulación o la reventa de puntos de conexión, conviene decirlo sin rodeos: no hay mayor incentivo a la reventa que congelar la oferta. La moratoria terminó creando, de manera artificial, un mercado cautivo de puntos de conexión: exactamente lo que se buscaba evitar.
La CREG 101 094 avanza en la dirección correcta, pero es insuficiente. No basta con plazos simbólicos para algunos tipos de proyectos. La moratoria debe levantarse de forma general.
2. Silencio administrativo positivo
Hoy existe una asimetría peligrosa: la demora administrativa puede tener múltiples causas, pero todas sus consecuencias recaen sobre los proyectos y sobre el país, ninguna sobre la entidad ni los funcionarios responsables.
Debemos alinear incentivos:
Si no hay respuesta dentro del plazo, la solicitud se entiende aceptada y el proyecto entra al plan de expansión.
Si luego se demuestra ineficiencia, deben existir consecuencias reales.
Un llamado pragmático
Las intervenciones planteadas son imperfectas y no pretenden desconocer la complejidad de la industria. Solamente apuntan a levantar la talanquera administrativa a los nuevos proyectos de energía que tanto necesitamos, una coyuntura que exige stents regulatorios audaces y oportunos.
Hagamos todo lo posible por aprovechar la oportunidad estratégica de posicionar nuestro país como el proveedor energético de la región para data centers. Dejemos de racionar el futuro. Que la moratoria se quede en el 2025.
Actuemos con decisión y reconectemos la fábrica de energía. El resto —las dietas y el ejercicio— podrá discutirse después. Al fin y al cabo, estamos en diciembre.