Colombia ¿retroceso en la historia?
El nuevo Gobierno llegó con planes contundentes para implementar un nuevo estilo de mandato. Son cinco las reformas planteadas: la tributaria, electoral, salud, pensiones y laboral. Todas ellas con un claro mensaje: el Estado debe volver a ser administrador y regular lo que pueda.
Las experiencias de un Estado grande y regulador han sido nefastas en la historia; las más conocidas y radicales fueron la Unión Soviética, la China de Mao Zedong y los modelos fascistas de Italia y Alemania. En absolutamente todos se controlaba la mayoría de los aspectos de la economía y la sociedad. Dichos gobiernos elaboraron un sistema planificado de producción y distribución de bienes y servicios, controlando la propiedad y la gestión de las empresas. El Estado terminó siendo un gran benefactor y la iniciativa individual sencillamente desapareció. Todos los experimentos planificadores llevaron al fracaso y el costo fue millones de vidas arruinadas.
En el otro extremo surgió una corriente liberal impulsada principalmente por Ludwig Von Mises, Friedrich Hayek y Milton Friedman, en donde rescataron los principios de autores clásicos y desarrollaron toda una filosofía en donde el centro es la iniciativa privada; para ellos, un Estado grande es ineficiente, incompetente, termina aumentando la deuda pública y, al final, restringe cualquier libertad individual.
Aquellos preceptos fueron usados principalmente en los 80 por Estados Unidos, Inglaterra y Nueva Zelanda con buenos resultados en el plano económico, en la reducción de la pobreza, pero con aumento en materia de desigualdad. Dichos experimentos protegieron a las personas con algunas deficiencias y sus modelos mixtos aún se siguen aplicando.
Desafortunadamente, en Latinoamérica, el discurso en contra de la iniciativa privada ha venido calando y la desigualdad ha generado toda una ola en donde se defienden los modelos estatistas y aquello será nefasto para los derechos humanos.
El Estado regulador es una tentación fácil para el mandatario, la acumulación de poder lo lleva a sacar adelante más fácil sus planes; además, tener el control de todo puede ser atractivo.
Uno de los flagelos en Colombia es la corrupción; el crecimiento del Estado da lugar a una mayor burocratización, lo que genera un aumento en los trámites y la lentitud en la toma de decisiones. Y es un caldo de cultivo para el robo; a mayor burocracia, más apropiación de lo público.
Las reformas planteadas pueden llevar a viejos modelos que en Colombia se creían superados, basta recordar Telecom, el Instituto de Seguro Social o la Empresa de Ferrocarriles. Todas famosas por su mal servicio, corrupción e ineficiencia.
No existe el modelo perfecto, pero es cierto que los modelos liberales han traído menos problemas que los otros. Estamos ad portas de entrar en una espiral en la cual buena parte de los servicios dependerá del político de turno. Colombia escogió un cambio y se necesitan ajustes, pero así no.