Tribuna Universitaria 21/02/2019

De empanadas y la democracia

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política

Aún es noticia, sobre todo en memes, la multa a un estudiante por comprar empanadas en la calle. Aquélla, que parece sacada de un portal de chistes, resultó verdadera y dentro del absurdo de ella lo es más el trámite que tiene que hacer el afectado para confirmar o interponer un recurso a la misma.

La Policía ha sido fuente de infinidad de polémicas; ajena a ello la mayoría de policías expone su vida cuidando y eso es reconocido; por esto su popularidad suele rondar 70%. ¿Fue un exceso la multa por comprar una empanada? Es casi un acuerdo unánime que sí, pero la reflexión que sugiere es ¿bajo qué normas nos están gobernando? Finalmente, los policías estaban aplicando una ley escrita y aprobada por el anterior gobierno; fuera de las polémicas jurídicas, sí resulta preocupante la cantidad de normas existentes, algunas de ellas absurdas. En Colombia existe una ley para todo, lo que demuestra que el problema no es la regulación sino su falta de aplicación; cuando ocurre, reaccionamos.

No es fácil para el Estado socializar todo lo que aprueba legislativamente, pero le hace falta comunicación política para hacerlo; en determinado momento no resulta descabellado plantear una democracia directa para algunos temas, como ocurre en Estados Unidos, donde ciudadanos en un día común de elecciones pueden decidir con mayoría simple si determinadas leyes se incorporan, siguen o son abolidas. Por ejemplo, en el año 2008 en las elecciones de Barack Obama junto con su elección fueron votadas distintas iniciativas en todos los estados; en California por votación popular se prohibió el matrimonio gay, pero se permitió el aborto en menores de 18 años; se cayó también una iniciativa que pretendía prohibir la muerte de animales en mataderos sin unas mínimas condiciones; así en todo el país se votaba por leyes que los afectaban; la condición era no contradecir la Constitución, entre otras.

Aumentar la democracia directa debería hacer que los ciudadanos se empoderen y participen más activamente; así el control legislativo llegaría al mismo constituyente primario. Pero para ello hay que empezar a ordenar la casa; el Congreso con la reforma a la justicia debe hacer un barrido legislativo donde elimine leyes repetidas y absurdas y mientras tanto, las autoridades pueden ir aplicando los principios del derecho, entre los cuales está la lógica y la flexibilidad administrativa.

Resulta a todas luces absurdo que un vendedor ambulante tenga mayor sanción que muchos criminales conocidos y peor, que el procedimiento para confirmarla sea tan dispendioso; la información, que vuela, aumenta la desconfianza: nadie quiere vivir en un país de aparentes abusos. Gran trabajo tiene por tanto el gobierno para encauzar el país con las reformas pendientes y la profundización de la democracia; por lo pronto es tarea de la Policía utilizar la lógica y perseguir a los verdaderos delincuentes.

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