El camino a Liberland
Colombia se ha caracterizado por ser noticia todos los días, desde lo más absurdo como la celebración de un título falso por parte de los hinchas en Barranquilla hasta por las cruentas masacres en la capital. Sea cual fuere el motivo hay una noticia que parece imposible, pero es una realidad.
La última de ellas fue que el alcalde de Manizales suscribió un acuerdo con Liberland, un “país” inexistente, el cual es un simple proyecto de una reclamación territorial. Según la teoría general del Estado, para que un país exista, debe tener: poder político, población, territorio, y reconocimiento internacional. De las cuales no tiene este cuasi proyecto de país. Pero aun así un mandatario local intentó vender un acuerdo de idiomas como el gran acontecimiento solo por mostrar algo de gestión.
Lo curioso es que un alcalde con asesores no caiga en cuenta del error, hasta que la noticia se volvió viral. Liberland es un sueño que parece sacado del libro “la rebelión de Atlas” de Ayn Rand, en donde un territorio con libertad absoluta y sin impuestos decide apartarse del resto del mundo y se lleva las mentes más inteligentes, dejando lo demás a su suerte.
Esta promesa utópica en el mundo real solo la creen incautos o políticos con un alto afán de protagonismo; pero de fondo demuestra el folclore con el que se vive en Colombia, no es descabellado un acuerdo con Wakanda o con la Atlántida, la ignorancia de los mandatarios al lado de las risas lleva consigo un problema de ejecución, quien no comprende lo básico mucho menos sabrá cómo proyectar un modelo de ciudad.
Hace varios años fue noticia el embajador de la India que en su época engañó en Neiva a mandatarios y ciudadanos por igual; el arribismo y la adulación llevaron en los años 60 a que un exseminarista fuera agasajado durante varios días con una historia ficticia. El afán por figurar no cambia y así es como se labra un camino a Liberland.
Sin embargo, hay un tema de fondo y es que Colombia está eligiendo mandatarios que no cumplen con lo mínimo: que sean responsables, honestos, preparados y ojalá serios. Los chistes y la improvisación terminan teniendo consecuencias económicas. Sin noticias tan absurdas como el de Manizales, otros alcaldes del país son noticia por equivocaciones, peleas políticas e incluso gastos superfluos como las vallas instaladas en contra del consumo de carne en la capital antioqueña. Hay una verdadera crisis entre las personas que salen elegidas, pocas terminan su periodo con alguna popularidad y ciudades como la capital del país llevan años estancadas entre los huecos, la inseguridad y los trancones. Las noticias que deberían salir son de obras, ejecuciones y mejoras, pero tristemente salen a diario por algún escándalo.
La democracia tiene sus consecuencias y al final son los ciudadanos los que están eligiendo mal, vale la pena analizar porque personajes tan pintorescos llegan al poder, de fondo puede ser un reflejo de lo que somos la mayoría de los colombianos.