El enfrentamiento económico
Recientemente un amigo, que se fue a trabajar al Perú a dirigir una empresa de consumo masivo, decía que esperaba volver a Colombia, pero que su decisión dependía de las próximas elecciones; con miedo señalaba que no veía con confianza el poder en manos de personas que decidieran cambiar el modelo económico del país.
El socialismo demostró su rotundo fracaso a lo largo del planeta, con muertos, hambrunas y, sobre todo, un gran atraso tecnológico y empresarial; la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética aún recuerda las palabras de Reagan en la Puerta de Brandemburgo en 1987: “en Occidente hoy vemos un mundo libre que ha alcanzado un nivel de prosperidad y bienestar sin precedentes en toda la historia humana. En el mundo comunista vemos fracaso, retraso tecnológico, niveles sanitarios en declive, incluso necesidad del tipo más básico: demasiada poca comida. Incluso hoy, la Unión Soviética no puede alimentarse a sí misma. Después de estas cuatro décadas, entonces, una conclusión inevitable se alza ante el mundo entero: la libertad lleva a la prosperidad. La libertad viene a sustituir los antiguos odios entre las naciones por civismo y paz. La libertad es la vencedora…”
Décadas después estas palabras fueron olvidadas en Latinoamérica y, bajo la “culpa” del capitalismo, se han intentado de nuevo estos modelos fracasados; el odio, la pobreza y sobre todo el que desea ser mantenido por los demás, es decir, por el Estado; ayudan a sostenerlos.
¿Entonces, son fundamentados los miedos del amigo que se encuentra en Perú? Desafortunadamente el modelo político en ningún caso suele caminar independiente del sistema económico. Existen distintos dirigentes en Colombia que defienden la redistribución de la riqueza, a expensas de afectar la propiedad privada, que creen en la lucha de clases y que tristemente la libertad, de la que hablaba Reagan, no la consideran importante si no es al servicio del Estado. Ejemplo reciente de lo anterior es Venezuela; su modelo político acabó con el empresario, el control de precios con el libre mercado y las expropiaciones y subsidios dieron pie a que su sistema económico colapsara.
Pensar en la redistribución y la igualdad es bonito. Pero así como también es bonita la figura de papá Noel, ambos son irreales, con la diferencia que la segunda ficción no trae hambrunas ni guerras.
Colombia, en el fondo, no ha discutido las formas de gobernar el país sino la manera de tener su modelo económico. La redistribución de la tierra fue una de las causas del nacimiento de la guerrilla; el narcotráfico creció tanto, por las oportunidades de riqueza y el Estado bienestar finalmente es un modelo que obligó al gobierno a mantener un gasto público alto. Por lo tanto, son fundamentados los miedos de tanto colombiano en el extranjero que se siente impotente, que sueña con volver al país, pero que con desconfianza ve que detrás de tanto líder agazapado se quiere tocar el modelo que ha sostenido a un país.