Tribuna Universitaria 13/12/2018

El irrespeto a la autoridad

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política

La semana pasada una mujer policía lloraba por las agresiones de los estudiantes en una de sus marchas; también en Cúcuta un carro arrastró por varios metros a un policía que estaba en un puesto de control y lo dejó gravemente herido. Estos son apenas unos ejemplos de una imagen que tiende a volverse cotidiana: el irrespeto por la autoridad.

Las instituciones son un pilar de las democracias modernas; según la teoría de John Locke, los hombres entregan parte de su libertad para que el Estado intervenga y proteja los ciudadanos. Dicho autor consideraba que las tres ramas del poder público eran la garantía de esa entrega de libertad. Y así una república podía sobrevivir a través del orden y la justicia, las mismas que hoy están en el olvido.

Es cierto que la Policía ha cometido abusos e indigna su comportamiento, a veces en contra de los ciudadanos; sin embargo, generalizar esa conducta es un error; finalmente, la mayoría de ellos entrega su vida para que las personas puedan estar tranquilas en familia. Para las fuerzas armadas una decisión no conlleva la simple pérdida de dinero como los negocios, la mayoría de veces sus decisiones marcan la diferencia entre la vida o la muerte.

La Policía cuesta al año billones. Es no menos que triste que dicha institución no esté siendo respetada por los ciudadanos. Culpa tiene también el Estado, en exceso garantista y pareciera que el miedo paulatino a la presión de los medios y a un sector de la sociedad ha cogido a los altos mandos de la Policía, que ante un video en donde los policías parecen cometer un “error”, la primera declaración es: los policías están suspendidos mientras se investigan. Gracias a ello un irrespetuoso puede llegar a golpear la autoridad o muchos ladrones sonreír ante las cámaras de televisión a sabiendas de que en poco tiempo estarán en las calles.

Hacer justicia en Colombia pasa también por la efectiva labor de este cuerpo coercitivo y una de las crisis que afronta nuestro país es la desconfianza en ella; han sido hábiles los grupos de izquierda en desprestigiar la institución, sobre todo ante los más jóvenes; lo curioso es que tanto estudiante que agrede al Esmad ante un peligro inminente de muerte o de atraco ¿a quién acudirá? ¿a los súper amigos? ¿a los Avengers? No, a la misma policía a la cual agrede, pues la protección del ciudadano es su función fundamental.

El sentirse protegido por parte de dicha institución debe ser labor de esta nueva cúpula de las fuerzas armadas; el ejecutivo, por su parte, tendrá que demostrar autoridad y total confianza y respaldo a la institución; sería bueno que los altos mandos, antes de suspender a la ligera, evaluaran los hechos y esperaran las investigaciones, antes de apartar funcionarios. Que la ley funcione y los hampones en las calles paguen, es trabajo de todos; el de la sociedad civil uno básico: respetar.

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