El problema no es el arequipe
Causó polémica la reforma tributaria presentada esta semana en Colombia, además por el incremento de los impuestos a diversos sectores, por la subida o inclusión de impuestos en determinados alimentos como los ultra procesados y altos en azúcares. Allí varias partes apoyaron la medida defendiendo una alimentación más sana y otras la atacaron arguyendo que esos eran los alimentos más consumidos.
De fondo una reforma tributaria pretende recaudar más dinero para sufragar nuevos gastos, saldar deudas o implementar programas sociales, de una forma u otra la intención antes que educar es tener más dinero para invertir; Por ello la discusión resulta un tanto fútil ya sea por los argumentos de quienes de modo despectivo dicen “se les debe enseñar a comer a los más pobres” o los que se burlan porque un chocoramo va a ser una comida de lujo. La reforma tributaria no enseñará a comer a nadie ni volverá lujosas comidas habituales, buscará tener más dinero y ya.
Por otro lado, la discusión en torno a la seguridad alimentaria por fuera de la reforma tributaria sí es necesaria. Este año la FAO incluyó a Colombia entre los países con peligro de no garantizar la canasta básica familiar, el gobierno en su momento en vez de tomar acciones envió una nota diplomática a la ONU exigiendo la sacaran de la lista, una vez más la forma fue más importante que el problema; y es que la pobreza monetaria a 39% indicaba que las familias con $300.000 mensuales tendrían acceso a un mercado mensual y con ello la encuesta Pulso Social del Dane mostró que el número de colombianos que consumía menos de tres comidas al día era de 29% en septiembre del año pasado. Eso es lo preocupante, no los listados o la imagen.
La seguridad alimentaria en Colombia debe ser una prioridad, un pueblo mal alimentado según la ONU trae graves problemas en el aprendizaje, el crecimiento y en el desarrollo de los niños, al tiempo que la desnutrición en adultos los hace más vulnerables a enfermedades y muertes prematuras. No es por tanto un problema menor la falta de alimentación. Adicional a esto resulta cruel como el programa de alimentación escolar (PAE) es usado por corruptos para seguir alimentando mal a los niños a cambio de enriquecer unos pocos bolsillos.
El nuevo gobierno por tanto tiene dos retos importantes en torno al tema: reformar el PAE y quitárselo de las manos a empresas y políticos corruptos para garantizar la buena nutrición, otras iniciativas como los comedores comunitarios y los bancos de alimentos junto con diversos programas apoyados por instituciones religiosas han resultado más efectivos.
El segundo reto es combatir la pobreza monetaria: sin dinero no se compran alimentos. Este reto es mucho más complejo, pero deberá enfrentarse si se quiere garantizar una verdadera seguridad alimentaria. El debate por tanto no es sobre el arequipe o la torta, es sobre millones de personas que hoy aguantan hambre en Colombia.