El rumbo del mundo vs Colombia
Muchos se han preguntado si el mundo se dirige hacia algún lado, la evolución de la historia ha traído avances en la ciencia, en los derechos humanos y existe un sinfín de teorías respecto al curso de la historia; no es fácil dar una respuesta, pero concuerdo con el Dr. Yuval Noah al decir que independientemente de la posición, nuestro mundo se dirige hacia la unidad.
Para poner un ejemplo, en los primeros siglos ni siquiera se sabía de la existencia de otros continentes; los habitantes de Australia eran unos moradores sin conexión con el resto del mundo; en el siglo XVI lo que ocurría en Europa no tenía ninguna repercusión sobre lo que ocurría en el imperio Inca, y el nuevo mundo con la colonización se fue acoplando a nuevos cambios. El nacimiento de los Estados y la unificación de los países hicieron que las Naciones se fueran conformando y las personas desarrollaran un sentido de pertenencia más amplio y así se logró una identidad; hoy un argentino se reconoce en cualquier parte del mundo, un alemán o americano. Además, en este siglo, gracias a la globalización y el internet, nos enteramos de lo que pase en cualquier parte, sin contemplar las implicaciones económicas de las caídas de la bolsa en Europa o Estados Unidos.
A pesar de esta tendencia, resulta difícil identificar qué une a los colombianos; contraria a la tendencia que asume el mundo hoy la sociedad se siente fragmentada y la “polarización”, palabra trillada, tiene al país al menos con posiciones encontradas. El presidente parece se esfuerza por luchar contra esta aparente división, pero el país necesita medidas de choque más urgentes. La reconciliación del país debe pasar primero por un ejercicio de justicia que se cuestiona cada vez más; hacer algo con la rama judicial no es algo que se pueda seguir aplazando y aquella pasará por ajustar el proceso de paz; no es justo que se sigan burlando de la buena fe de los colombianos mientras el narcotráfico sigue creciendo y los cabecillas siguen en el monte: sin verdad ni reparación.
Asumir las riendas de la reforma pasará por un obligatorio llamado al constituyente primario, tal vez así se empiecen a unir los colombianos en torno a algo; hace ocho años el repudio a las Farc era casi unánime, hoy una paz impuesta no nos une ni en eso; ahora solo un partido de la selección nos mantiene a todos en torno al país.
La anterior reforma debe pasar por un inmenso esfuerzo por erradicar el germen del socialismo, del asistencialismo y de la rebelión contra el Estado que fomentan desde tantas instituciones. El caos le conviene a determinados sectores políticos y poco les importa incendiar todo a su paso con tal de adquirir el poder, incluso llevarse por delante el tan bien cuidado sistema económico.
La unidad no es un llamado a la igualdad, es el preocuparse por el otro, el estar enterado qué pasa con el mundo, el trabajar en beneficio de un bien común. Eso sí es darle rumbo a un país.