Tribuna Universitaria 14/05/2021

El sobrevaluado patriotismo

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política

En una charla con varios intelectuales, el profesor de Harvard Randall Kennedy señaló que no le gustaba el patriotismo, no le gustaba la idea de sacrificar la vida por algo inmaterial, por un sentimiento, algo intangible que solo atentaba contra la libertad personal. La discusión después giró en torno al poder y su uso por parte del Estado.

El patriotismo es el amor por el país que lleva a defenderlo y luchar por él, el mismo que llevó a la Revolución Francesa y la independencia de las colonias en América y África; la idea del amor por un país se convirtió en la razón principal para clamar derechos y luchar por ellos; también en la excusa de algunos para exacerbar su raza y creerse superior a los demás; la cuna de los regímenes fascistas fue el desmesurado patriotismo que sería llamado nacionalismo.

En Colombia el patriotismo ha tenido consecuencias; después de un levantamiento ante la corona española, el país se enfrascó en luchas internas que llevaron a la implementación del sistema presidencial; años después vino el “sentimiento” liberal y conservador y durante 100 años los campesinos se mataron por una u otra ideología, seguramente sin comprenderla bien, pero con el arraigo de que ese sentimiento era el correcto.

Con el tiempo el sentimiento patrio se ha reflejado en el ámbito económico; los aranceles existen desde los años 50 con la intención de proteger la producción colombiana; el café lleva subsidiado más de 25 años, aparte de beneficiar a una minoría de caficultores porque es un símbolo a nivel internacional.

Durante 40 años la economía se vio sometida a la imposición nacional; la apertura económica de los 90 permitió la entrada de nuevos productos, cuando el mundo disfrutaba de la sana diversidad y el intercambio mejorado, nosotros seguíamos defendiendo el sentimiento patrio y aún hoy los sectores más retrógrados de la izquierda gritan por aranceles para seguir protegiendo minorías, monopolios, a costa del encarecimiento de los productos para los más pobres.

Un kilo de maíz importado a un mejor precio que el del mercado local hace ver varias cosas: en primer lugar, la competencia está haciendo algo mejor para producir más barato; si el campesino está cultivando a un mayor precio se debe evaluar qué aumenta los costos; la solución inmediata y facilista no puede ser prohibir la importación o subsidiar al productor local. En el primer caso estaría perjudicando a las personas más pobres que se privarían de comprar lo más barato; si se subsidia no se le estaría dando una real solución al problema.

George Steiner decía que el echar raíces solo podía ser cosa de los árboles; el ser humano está para salir, conocer, aprender, crear… tal vez el patriotismo lo tenemos sobrevaluado; sirvió para causas muy precisas y es válido amar y luchar por un mejor país, pero en un mundo globalizado Steiner tiene razón al decir que la vida está para dejar la maleta lista, abierta, ser ciudadanos de este mundo porque, finalmente, incluso por él, estamos de paso.

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