Tribuna Universitaria 04/05/2019

La peligrosa sociedad de mercado

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política

Fue noticia hace pocos años el cambio de la política radical de hijo único en China, la cual para disminuir la natalidad permitía tener un solo hijo por pareja y multaba con una suma fuerte de dinero cualquier hijo adicional.

Dicha política radical fue un intento por controlar la sobrepoblación y con ella las hambrunas que sufrió el país; en 1979 fue implementada y hasta 2015 se mantuvo; entre sus muchas consecuencias estuvieron el que algunas mujeres abortaran varios de sus hijos, sobre todo si eran mujeres y el hecho de que las familias ricas “compraran” cada hijo adicional que quisieran tener. Así se mercantilizaba algo tan sagrado como procrear.

El avance del capitalismo ha sido uno de los mayores progresos que ha tenido la humanidad; la pobreza extrema en el siglo XIX rondaba 80% de la población, hoy según el Banco Mundial, en el mundo está por debajo de 20% y en la mitad de países del mundo se encuentra por debajo de 3%; sin embargo, de una economía de libre mercado, en algunas partes, se está cayendo en una sociedad de mercado en la que prácticamente cualquier cosa se puede comprar.

El profesor Michael Sandel en varios de sus libros y conferencias nos hace caer en la cuenta del peligro de dicha situación: la mercantilización de cualquier objeto, señala, puede corromper su naturaleza, pues si le ponemos precio a determinados bienes, se les baja de categoría y se corrompen: vender un hijo, un riñón o un fallo judicial.

El principal argumento de las teorías a favor de la mercantilización es que dos personas adultas en igualdad de condiciones pueden llegar al acuerdo que les parezca si es legal. Dicho acuerdo, lógico en la teoría liberal clásica, hoy tiene otros alcances que en su momento no se contemplaban, porque con la mercantilización de la sociedad podemos llegar a degradar la condición del ser humano; por ello causó tanto escándalo la venta de órganos de fetos por parte de Parenthood o el consumo de carne humana por parte del caníbal de Alemania a cambio de dinero; más allá del valor legal y lo atroz que parezca, la desnaturalización a cambio de dinero, es un peligro, pues si se puede vender o comprar casi cualquier cosa, no será para nada extraño que se pague por un favor: un fallo, la aprobación de una ley que interese o un soborno en cualquier esfera pública.

Con esta visión, para Sandel la corrupción no es solo la apropiación de lo público para un beneficio personal, es bajar de categoría los valores o los objetos; al hacerlo nos volvemos cómplices de la corrupción que se apropia paulatinamente de las entidades estatales.

Es claro que el dinero no todo lo puede comprar, como la salud, el amor de un pueblo al mandatario o la amistad; pero hay cosas que se están poniendo en venta y no lo deberían estar. El libre mercado es un éxito que se debe mantener; la sociedad de mercado es algo sobre lo que se debe reflexionar y defender siempre la dignidad, sobre todo del ser humano.

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