Analistas 19/09/2019

Lo que diga el corazón

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política

Son múltiples los anuncios que se ven a diario con un mensaje similar: haz lo que te diga el corazón; siguiendo ese mensaje una parte de la población creció con la idea que lo correcto en la vida es seguir sus sentimientos y así muchas decisiones tradicionalmente racionales se volvieron sentimentales.

El romanticismo de seguir los “dictámenes” del corazón viene de mucho tiempo atrás, ejemplos como el de Troya o Romeo y Julieta ilustraban el anhelo de primar los sentimientos sobre acciones racionales y cada historia formaba un ideal romántico con el que muchos crecieron; el auge del capitalismo les dio la posibilidad a varias personas de vivir de ese modo y así dicha idea se fue fortaleciendo en distintos nichos.

El mercadeo ha sido una de las profesiones que mejor ha explotado este segmento, las vacaciones soñadas circulan por todos lados, la compra de un nuevo electrodoméstico o de un carro, aluden todo el tiempo al corazón. Paulatinamente ciencias como la economía asumen que el hombre no toma todo el tiempo decisiones racionales y por ello cualquier pronóstico puede variar. La comunicación política un poco más tarde que el marketing, entendió dicha realidad y por ello dejó de enfocarse en la razón del votante, y se dedicó a cultivar el corazón o el hígado, el querer u odiar un candidato terminan decidiendo el voto, no quien tenga las mejores propuestas escritas.

Hacer lo que diga el corazón, así, en este tiempo se ha vuelto un modelo de vida, los famosos millennials, según varias encuestas, prefieren seguir sus sentimientos, por ello rotan tanto de trabajo, sus inversiones radican en experiencias y los temas sensibles mueven masas del sector, como son los animales. La industria hotelera y gastronómica, está migrando a la oferta de experiencias, y así prometen un momento inolvidable y por ello sus precios se elevan. El consumo de experiencias en viajes, hospedajes y restaurantes en las vacaciones “millennials” está en un promedio de US$5.000 al año según la revista Business Insider. Así, darle alimento al corazón también está sirviendo de negocio.

Seguir los dictámenes de las emociones tiene sus consecuencias, en ocasiones no permite generar estabilidad pues no hay nada mas variable que el corazón, así los gastos personales se van en una constante búsqueda de nuevas formas de sentir cosas nuevas y retrasa la constitución de unas bases patrimoniales, también en ocasiones el sentimentalismo lleva a desenfocarse de problemas importantes, por ejemplo, jamás un árbol, un humedal o un animal, puede estar por encima de un ser humano.

Tal vez la búsqueda de los sentimientos, es también una búsqueda espiritual, el hombre busca constantemente su felicidad y en aquella búsqueda parece sentirse mejor cuando los sentimientos están de por medio, pero no por ello puede olvidar la razón, pues aquella es quien fundamenta y organiza nuestro querer, de lo contrario seremos veletas tanto en la vida como en la economía.

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