Los ministerios de la irrelevancia
La reciente posesión de Luz Cristina López como ministra del Deporte por el presidente Gustavo Petro ha generado un debate sobre la relevancia y eficacia de la creación de nuevos ministerios en Colombia. En su discurso, el presidente Petro cuestionó la utilidad del Ministerio del Deporte, sugiriendo que su existencia contribuye más al crecimiento burocrático que al desarrollo deportivo del país.
El Ministerio del Deporte, establecido en 2019, ha enfrentado críticas por la pérdida de la organización de los Juegos Panamericanos de 2027, un evento que habría proyectado a Colombia en el escenario deportivo internacional. Este revés se suma a las preocupaciones sobre el rendimiento deportivo del país, que, aunque ha tenido momentos destacados, también ha experimentado bajos resultados en competencias clave. No se ha visto un real mejoramiento en la participación de los deportistas ni un crecimiento palpable de escenarios deportivos. Además, aparte de haber más cargos burocráticos, sus resultados se asemejan al del extinto Coldeportes.
La creación de entidades como el Ministerio del Deporte, el Ministerio de la Igualdad y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación ha generado un debate sobre si estos organismos realmente mejoran la administración y promoción de sus respectivos sectores.
Por ejemplo, el Ministerio de la Igualdad busca abordar la igualdad salarial y la violencia de género, mientras que el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación se centra en fomentar el conocimiento y el desarrollo tecnológico. Sin embargo, la eficacia de estos ministerios en alcanzar sus objetivos es un tema que suscita muchas dudas. ¿No podrían estos temas ser incorporados de manera transversal en otros ministerios ya existentes? La fragmentación de las responsabilidades puede conducir a una falta de coordinación y a un uso ineficiente de los recursos.
El crecimiento burocrático en Colombia ha sido notable. Desde 2015, se han creado ocho ministerios, además de varias agencias y departamentos administrativos. Este aumento en la estructura gubernamental ha llevado a un incremento en el gasto público.
En 2022, el gasto del Gobierno General ascendió a $505,4 billones, lo que representa un crecimiento de 22% con respecto al año anterior. Los gastos en asuntos económicos y el servicio de la deuda pública fueron los que más contribuyeron a este aumento.
La pregunta que surge es si este crecimiento en la burocracia se traduce en una mejora en la calidad de vida de los ciudadanos y en la eficiencia de los servicios gubernamentales. La evidencia sugiere que un mayor gasto burocrático no garantiza un mejor funcionamiento de los ministerios o una mayor eficacia en el logro de sus metas. Por el contrario, puede llevar a un uso ineficiente de los recursos y a un aumento en la carga fiscal para los ciudadanos. ¿Eran realmente necesarios los cinco viceministerios para el ministerio de la igualdad?
Puede que la intención detrás de la creación de nuevos ministerios no sea solo de cuotas políticas sino de un real crecimiento en el sector. Pero es crucial evaluar su impacto real en la sociedad y el número de funcionarios que trabajan. El crecimiento burocrático se debería cortar, y el existente debe ir acompañado de una gestión eficiente y transparente que justifique el gasto público y demuestre resultados tangibles. De lo contrario, se corre el riesgo de incrementar el gasto con el único objetivo de crear fortines políticos.