Tribuna Universitaria

Prioridades desconectadas

Juan Manuel Nieves R.

La violencia en el departamento del Cauca no da tregua. Diversos grupos guerrilleros continúan disputando el control territorial, sumiendo a los habitantes en el caos y el sufrimiento. Recientemente, en Jamundí, una bomba cobró vidas inocentes, añadiendo una tragedia más a la larga lista de incidentes violentos que han marcado el presente de Colombia. Sin embargo, mientras el país arde, nuestro Presidente parece más preocupado por los conflictos que ocurren al otro lado del mundo: opina sobre la paz en Ucrania y se pronuncia acerca del genocidio en Gaza. Esta desconexión entre las prioridades del gobierno y las necesidades urgentes del país es preocupante.

El Presidente ostenta el récord de ser uno de los mandatarios colombianos con más viajes al exterior en la historia reciente. Su afán por estar presente en el escenario internacional contrasta con la urgencia de resolver los problemas internos que aquejan a la nación. A punto de cumplir dos años de mandato, la intervención internacional de Colombia no ha arrojado resultados positivos. Enfrentamos conflictos diplomáticos con Argentina e Israel, y en cada uno de estos enfrentamientos, Colombia ha salido perdiendo.

La situación en el Cauca es alarmante. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), en 2023 se registraron más de 60 masacres en Colombia, muchas de ellas ocurrieron en esta región. Además, el conflicto armado ha desplazado a miles de familias, generando una crisis humanitaria que requiere atención inmediata y constante por parte del gobierno central.

Las relaciones comerciales con países como Argentina e Israel son vitales para la economía colombiana. En 2022, el comercio bilateral entre Colombia y Argentina alcanzó los 1.200 millones de dólares, con exportaciones colombianas que incluyen productos como el café, flores y productos químicos. Por otro lado, Israel es un socio estratégico en tecnología y defensa, con un comercio bilateral que superó los US$700 millones en el mismo año. Romper o deteriorar estas relaciones podría tener consecuencias económicas graves para Colombia.

Se puede opinar sobre conflictos internacionales, pero estas opiniones no deben afectar nuestras relaciones comerciales. La diplomacia debe manejarse con inteligencia y prudencia, asegurando que las palabras no se conviertan en obstáculos para el desarrollo económico del país.

Es fundamental que un líder tenga logros tangibles antes de criticar lo que ocurre en el exterior. La credibilidad y la autoridad moral para opinar sobre asuntos internacionales se construyen a partir del éxito en la gestión de los propios desafíos. En el caso de Colombia, primero hay que mostrar avances concretos en la reducción de la criminalidad, el fortalecimiento del tejido social y el impulso económico proporciona una base sólida desde la cual se puede abordar y opinar sobre conflictos internacionales. Sin resultados palpables en casa, cualquier crítica externa carece de peso y puede ser percibida como una distracción de las propias falencias.

El Presidente debe centrarse en resolver los problemas internos antes de mirar hacia fuera. Colombia necesita que lo visiten más, que sus líderes estén presentes. Menos viajes internacionales y más visitas a las zonas afectadas por la violencia permitirían un mejor entendimiento de la realidad del país; solo así se empezarán a resolver los problemas, no desde Twitter o el noticiero, sino desde las regiones.

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