Una cena con Michael Sandel
En días pasados tuve la oportunidad de cenar con el profesor Michael Sandel. Para los que no lo conocen, el profesor Sandel es reconocido como uno de los filósofos más influyentes de los últimos años y su materia sobre justicia en la Universidad de Harvard ha sido la más numerosa en alumnos, llegando a convertirse en una mini serie de televisión.
Después de la cena comenzó un conversatorio que organiza junto con su esposa cada mes en Harvard; esta vez el tema fue: la corrupción. La sesión comenzó con un video de Lula y el escándalo de Odebrecht; posteriormente gente de varios países comentaba el caso de su nación; por parte de Colombia se señaló que las investigaciones en la materia andan bastante lentas y el último escándalo involucraba el proceso de paz.
En la mesa redonda hubo varios temas para pensar, pero especialmente dos llamaron mi atención. El primero de ellos es una frase que oímos en campaña: la corrupción nos lleva a la pobreza y es culpa de los políticos corruptos el que Colombia presente tantos problemas. Al mirar la lista publicada por Transparencia Internacional vemos que Corea del Sur está en el puesto 51, Italia en el 50, Cuba en el 62 y Colombia en el 96.
Es decir, la riqueza de un país y de su gente puede estar presente incluso en países corruptos; por otro lado, países muy pobres como Cuba, están por encima de Colombia a nivel de transparencia, sabiendo que nuestro país está mucho mejor que aquel.
El segundo tema se refería a que gobiernos muy corruptos suelen tener sociedades corruptas y lo que se vive al interior de aquellos es apenas un reflejo en todas las escalas; por ejemplo, en un país como Dinamarca, desde el colegio, cualquier intento de copia es sancionado socialmente; la mayoría de sus habitantes no intenta sobornar policías, no se cuelan en las filas y la “viveza” no es un comportamiento aceptado. En conclusión, la corrupción y la falta de justicia no es un mero mal del funcionamiento de las instituciones, es un problema de las personas.
En Colombia se pierden al año alrededor de $50 billones según cifras de la Contraloría; muchos claman por una reforma a la justicia y depurar las instituciones, pero olvidan que aquellas son conformadas por seres humanos, y si la materia prima ya está corrupta, las instituciones lo estarán también.
Con dichos planteamientos, ¿tiene futuro alguna lucha contra la corrupción? Sí, y la batalla debe darse; las personas con toma de decisiones responden a los estímulos de miedo, es decir, si saben que terminarán en la cárcel y sancionados socialmente lo pensarán dos veces.
Pero la reforma de fondo viene desde las familias y los colegios; allí se plantan los cimientos de justicia y ética que después las personas practican en sociedad; acabar la corrupción es una tarea a largo plazo y como sociedad debemos estar decididos a no tolerarla. Empecemos educando y eligiendo bien.