Inteligencia artificial y humanismo en la formación de nuevos economistas
El mundo se encuentra en permanente cambio, y hoy desde la academia se escuchan más voces convencidas en reconocer notables contrastes en la manera como las tecnologías de información, y en particular la inteligencia artificial está transformando los mercados y las realidades de interacción en el mundo.
Desde el Foro Económico Mundial desde hace varios años se ha reunido evidencia de los cambios que estamos viviendo en la manera como asimilamos este nuevo entorno y buena parte de las publicaciones especializadas en economía aplicada empiezan a medir los efectos que sobre la sociedad se ha generado. Solo para dar un contexto de lo que esto significa, en un ejercicio prospectivo de Statista, se ha estimado que para 2025 los mercados relacionados con inteligencia artificial en el mundo podrían estar alcanzando los US$310.000 millones, cifra que representa cerca de 90% del PIB en Colombia con corte a 2022.
De acuerdo con las cifras del Foro Económico Mundial, para 2025 se necesitarán cerca de 97 millones de expertos en análisis de datos para lograr satisfacer la demanda de la industria en inteligencia artificial. En una encuesta realizada por Strategy Analytics, 41% de los consumidores encuestados considera que las tecnologías emergentes que utilizan herramientas de inteligencia artificial ayudarán a crear una vida mejor para ellos.
Por su parte, en un informe de Price Waterhouse, más de 40% de los encuestados reconoció que la inteligencia artificial tiene la posibilidad de incrementar la productividad de las empresas gracias a la automatización de procesos, mejorará la toma de decisiones de las empresas y hará más eficaz la experiencia de usuario.
Todo lo anterior impone grandes desafíos desde la visión de la educación superior, en particular en aquellos temas concernientes con la formación de profesionales en ciencias económicas, y particularmente frente a lo que está asociado con la formación de los futuros economistas. Profesionales capaces de entender las herramientas de inteligencia artificial y apoyarse en ellas para hacer mejor su labor. Este es sin duda un imperativo, que impone a su vez la necesidad de generar diálogos interdisciplinares para reconocer los límites y alcances del uso de estas tecnologías transversalmente en los mercados.
Por ello, resulta fundamental como reto para la formación de los futuros economistas del país, hoy más que nunca, insistir en el diálogo permanente con otros campos de las ciencias sociales y humanas. Se requiere que el economista esté fortalecido de principios éticos para saber cómo y de qué manera debe usar big data y diseñar e implementar algoritmos de inteligencia artificial sin afectar la privacidad de los consumidores, sin generar información o expectativas falsas en los mercados, sin propiciar comportamientos anticompetitivos, por tan solo citar algunos casos.
Es seguramente el momento de resaltar que tanto las ciencias sociales como las humanidades resultan buenos complementos para formarse como profesionales idóneos en un mundo cambiante por la inteligencia artificial. El derecho, la historia, la comunicación y la geografía son buenos ejemplos para hacer un estupendo maridaje en ese ejercicio dialéctico en el camino de formar economistas capaces de enfrentar los retos de la siguiente década del siglo XXI.
Necesitamos que se entienda en la formación de los economistas que la inteligencia artificial no solo llegó para quedarse, sino que no sustituye la capacidad creativa, crítica y la conciencia de quienes deben tomar decisiones basados en evidencia y en experiencia adquirida en varios frentes del conocimiento y fruto de la praxis y el ejercicio profesional. Necesitamos reconocer que la compasión, la empatía, la solidaridad, entre otros muchos valores, no pueden ser entendidos algorítmicamente desde la inteligencia artificial y por ello deben ser elementos a formar y reconocer desde el ejemplo en nuestros profesionales para que puedan usar de la mejor manera la tecnología disponible.
Formar en habilidades blandas como complemento al entendimiento de los mercados desde los enfoques micro y macroeconómicos debe ser el imperativo, en especial en un país en el que existe tanta desigualdad e inequidad en el acceso de las herramientas necesarias para poder estar dentro del ecosistema digital en el que se están gestando los más notorios cambios derivados de la inteligencia artificial.
Necesitamos profesionales en economía capaces de entender, analizar y razonar a fin de seguir construyendo una nueva visión institucional de nuestros sectores público y privados en los cuales haga sentido aceptar que, así como en el siglo XIX la energía eléctrica llegó para quedarse, la inteligencia artificial hoy representa un desarrollo frente al cual existen infinitas posibilidades para su uso: de la adecuada formación de nuestros profesionales en economía dependerá en gran parte que estas tecnologías impacten positivamente en el largo plazo la vida de las personas.