Analistas 11/08/2023

Lecciones de la econometría desde la política aritmética

Juan Pablo Herrera Saavedra
Decano Facultad de Economía Universidad de Externado de Colombia

Buena parte de las discusiones de política pública a la que los economistas solemos ser invitados implican el estudio de información que, mirada de manera ordenada y sistemática, permite producir una recomendación del plan de acción a seguir o advertir sobre las consecuencias derivadas de una medida, cualquiera que sea el objeto de discusión o el fenómeno social bajo análisis. Esto, dirían muchos colegas, hace que los economistas abramos nuestra caja de herramientas en un campo del conocimiento que nuestra profesión ha hecho famoso en los últimos casi 100 años: la econometría.

Si bien este es un término que a cualquier lector no economista le podría parecer algo técnico y sofisticado, desde sus orígenes se ha pensado como un campo académico retador, aunque fácil de entender en su concepción: articular las principales discusiones que con, fundamento en la teoría económica, se pueden hacer a partir de los lentes de la estadística y las matemáticas. Sin querer aburrir al lector con tecnicismos innecesarios, permítame hacer una revisión histórica que, como siempre, permite dar contexto frente a la relevancia de este campo.

Basta revisar trabajos del economista noruego Ragnar Frisch, autor del término, quien por sus discusiones en 1926 y posteriores publicaciones sobre los análisis de series de tiempo para explicar el funcionamiento de los mercados se le reconocería como uno de los creadores de este campo de la ciencia económica. A su vez, su colega holandés Jan Tinbergen apasionado por el estudio de los ciclos económicos, produciría una agenda de producción académica tan importante que por sus contribuciones en 1969 serían galardonados ambos con el premio Nobel en economía.

Desde ese entonces han pasado muchos años y muchos connotados académicos han realizado importantes contribuciones en esta área, miembros de la Sociedad Econométrica, de la Fundación Cowles entre otras importantes asociaciones, cuya mención específica no solo agotaría esta columna sino todo un tratado histórico sobre este asunto.

No obstante, vale la pena mencionar cómo 3 siglos antes las discusiones que serían piedras angulares de este campo ya habían sido aportadas. Me refiero específicamente a trabajos tan importantes como el del inglés William Petty, quien en 1690 reconoció la necesidad de compilar información de la economía inglesa, de la evolución demográfica y de la manera como se estaba administrando el Estado en contra posición con las referencias meramente cualitativas que solían soportar la toma de decisiones en ese entonces; se trataba de la aritmética política que daría paso en Europa a la hoy tan famosa estadística, en un afán que aún hoy advertimos como un asunto prioritario en nuestra realidad: lograr que las políticas públicas estuviesen basadas en evidencia.

Durante el siglo XVIII, ya con la estadística en pleno desarrollo, un ministro presbiteriano, Thomas Bayes, también inglés, nutriría el debate de una forma muy importante: identificar la probabilidad a partir de sucesos observados, dando paso a lo que se conoce como métodos bayesianos, tan importantes hoy para hacer evaluación de impacto y modelos de pronóstico en diferentes campos y sectores de la economía.

Lo anterior sin desconocer, por su puesto, trabajos tan importantes como el de Carl Friederich Gauss, prodigio académico alemán quien entre muchos trabajos de finales del siglo XVIII y en los albores del XIX, muchos de ellos pensados desde su adolescencia, terminaría por aportar importantes contribuciones a la estadística desde los métodos de estimación hasta por las regularidades de las distribuciones de datos analizadas.

Estos soportes, sumados a los grandes debates que economistas del siglo XIX como Augustin Cournot, León Walras, Isidro Edgeworth e incluso Knut Wicksell y Vilfredo Pareto, ya a inicios del siglo XX, sobre el funcionamiento del sistema económico, habrían sido cimientos relevantes sobre un campo de acción que seguramente hoy tiene más futuro que historia y que en luego de 97 años de haber sido acuñado su nombre oficial: econometría, invitan permanente y sistemáticamente a pensar, entre otras cosas, en la necesidad de diseñar, implementar y evaluar las políticas públicas a partir de la evidencia. Un mensaje que a propósito de lo que sucede en nuestro país resulta imperativo.

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