Analistas 29/09/2025

Acuerdo sobre lo básico

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades

Estamos viviendo un momento crítico en la historia del país. Una época en la que se ha puesto de moda el “todo vale”, en detrimento de nuestro presente y futuro como nación. Por eso debemos analizar el devenir nacional y entender lo pernicioso de ciertas conductas, pues algunas van en contra de los valores y principios básicos con los que hemos vivido y deberíamos vivir. No todo se justifica ni vale.

Margarita Rosa De Francisco, la otrora niña Mencha de la novela Gallito Ramírez, sin necesitarlo, recibió un subsidio educativo. Aparentemente, lo obtuvo al indicar que pertenecía al estrato 3, en un acto de “rebeldía”. Las críticas le cayeron de todas partes, aunque también surgieron personas defendiéndola. Uno de sus mayores defensores fue el ministro de Educación, Daniel Rojas, quien, de manera firme y totalmente convencido, señaló que, si la educación era un derecho, la gratuidad era totalmente adecuada para cualquier estrato; luego, el subsidio también lo sería. No se sabe qué es peor: si la conducta de la señora De Francisco o la obtusa posición del ministro.

Por un lado, la señora De Francisco, gran defensora del Gobierno progresista, no necesitaba el subsidio. Su “rebeldía” le quitó el pan a alguien que sí lo requería. Su conducta no solo es incoherente con las ideas que clama defender, sino que también refleja un antivalor -mentir- por parte de un ícono y referente social que debería dar ejemplo. Por otro lado, el ministro confunde un derecho con la obligación de atenderlo indiscriminadamente por parte del Estado.

El derecho se materializa a través de la capacidad de acceder y la obtención del mismo. Para personas privilegiadas, como la señora De Francisco, el acceso y la obtención están garantizados. Para otras personas, con menor suerte y capacidad económica, el acceso y la obtención están restringidos. Por eso, el Estado debe focalizar las ayudas. De hecho, nada menos progresista y más contrario a la equidad que la gratuidad indiscriminada de la educación y tomar, sin necesidad, recursos que podrían estar ayudando a otros que sí los necesitan.

Por otro lado, Juliana Guerrero, la nueva “estrella” del Gobierno, sin experiencia alguna y con un título universitario no válido -por no haber presentado las pruebas del Saber Pro-, iba a ser nombrada viceministra en el Ministerio de la Igualdad. El asunto exige reflexionar sobre quiénes deberían ocupar cargos en el Estado y si deben cumplir con ciertos requisitos. De nuevo, nada menos progresista e injusto que personas sin las capacidades y la experiencia, saltándose las reglas, accedan a posiciones en el Estado. Esto envía el mensaje social equivocado, pues no se trata de capacidad, esfuerzo y trabajo ni de quién es el indicado, sino de conexiones.

En conclusión, para ponernos de acuerdo sobre lo fundamental y empezar a construir, los subsidios deben ser focalizados en quienes los necesitan; a los cargos públicos deben acceder los más capacitados, con base en la meritocracia; y no se puede mentir ni tomar atajos para acceder y obtener subsidios o cargos. Cualquier otra explicación o justificación sobra y todos los sectores políticos deberían estar de acuerdo en algo tan básico si queremos construir país.

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