Analistas 22/12/2025

El gobierno escaramuza

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades

Buenos Aires es un municipio al norte del departamento del Cauca. Fue fundado en 1823, aun cuando desde 1536 en su territorio se ubicaron varios asentamientos. Su nombre procede de la brisa permanente y la calidez de su clima. Los bonaerenses son aproximadamente 36.000, en su mayoría afrocolombianos. Limita con el departamento del Valle del Cauca y con el municipio de Suárez (Cauca), lugar de nacimiento de la vicepresidente Francia Márquez.

Recientemente sufrió una toma guerrillera. Durante nueve horas, los narcoterroristas de las Farc atacaron de manera inmisericorde las instituciones del pueblo -la Alcaldía, el Banco Agrario y la estación de policía-, y aterrorizaron a los bonaerenses. Volvimos, por arte de la desidia de muchos que decían que la seguridad era guerra y que había que conseguir la paz a cualquier costo, y por la indolencia ideológica del Gobierno, a las tomas guerrilleras de los años noventa.

El acto terrorista dejó dos policías muertos, ocho personas heridas y cuantiosos daños materiales, por el uso de los infames cilindros bomba. El mensaje de los narcoterroristas fue claro: acá mandamos y no hay nada que puedan hacer. El ataque refleja de manera elocuente el sistemático control territorial que ejercen los grupos guerrilleros y el debilitamiento del Estado. Buenos Aires, de hecho, es clave para el control de las rentas ilegales del oro y la coca, así como para la conectividad de los centros de producción con las rutas de exportación.

Después del ataque terrorista, al ministro del Interior solo se le ocurrió decir: “lo que están haciendo estos grupos delincuenciales son escaramuzas para aterrorizar a la población civil”. Para el ministro, se trata de riñas, disputas o combates ligeros y de poca trascendencia, reflejo de su escasa empatía y de una malintencionada y maquiavélica manipulación de la realidad.

Razón tenía Confucio al afirmar que las cosas deben llamarse por su nombre, de acuerdo con la verdad, pues de no ser así, las soluciones y las obras no se realizan y la moral y el orden se descomponen. En otras palabras, cuando el lenguaje no es el correcto, el mundo cae en el desorden.

Por eso, lo que debe quedar claro es que la “escaramuza” de Suárez (Cauca) es un ataque terrorista, parte de una estrategia organizada y sistemática a gran escala para controlar rutas y rentas ilegales; estrategia que es, además, resultado de una paz total que no es paz ni es total. Por ello, hay que reivindicar la seguridad democrática, que fue condenada y llamada “guerrerista”, cuando en realidad era -y es- garantía de paz para todos y que, si se descuida, afecta a los más vulnerables, como los bonaerenses del Cauca.

Sin sonrojarse, el Gobierno seguirá pensando que los ataques terroristas son escaramuzas, como el ataque a Aguachica (Cesar), que dejó cuatro militares asesinados y siete heridos, o el carrobomba que, gracias a Dios, por una “falla técnica”, no explotó en Popayán.

Tercio extra: Francia, no la europea, sino la vicepresidente de Suárez (Cauca), aun cuando condenó el ataque terrorista, nada dijo de las indolentes y mentirosas palabras del ministro del Interior, pues vivir sabroso parece que incluye ignorar las barbaridades que dicen sus compañeros de Gobierno.

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