Analistas 08/09/2025

Gobierno Petro como un “pato cojo”

Juan Pablo Liévano Vegalara
Exsuperintendente de Sociedades

En la política estadounidense, la expresión “lame duck” (“pato cojo”) significa la incapacidad de los gobiernos durante su último año de mandato, al perder influencia y poder político. Se señala que se vuelven incapaces de mantener mayorías para adelantar agendas legislativas y que su margen de acción se reduce, pues la opinión pública y los políticos tienden a estar más preocupados por el nuevo centro del poder y las elecciones que por el gobierno saliente.

En Colombia, con la elección de Carlos Camargo como magistrado de la Corte Constitucional, al Gobierno se le vieron las plumas del “pato cojo”. Recibió una zurra monumental en el Senado: la votación fue un contundente 62 a 41. El Gobierno, a pesar de estar presto a las repartijas, fue incapaz de lograr la elección de la doctora Balanta. Se jugó sus últimos cartuchos, tanto que, por ese tóxico apoyo y algunas declaraciones que no ofrecieron garantías -pues parecían alinear a su íntimo ser con fuertes ideas de izquierda-, la doctora Balanta terminó percibida como progresista, a pesar de haber sido ternada por la Corte. Esta elección, por lo tanto, marcó un punto de inflexión para el Gobierno.

A esto se sumó, como antesala que exacerbó la desconfianza y el deseo de derrotar al Gobierno, la presentación de un inadecuado proyecto de reforma tributaria, acompañado de un presupuesto desbordado. Los senadores que habían estado apoyando al Gobierno, y que de bobos no tienen un pelo, resolvieron apartarse y sumarse a la oposición en torno a Camargo.

De hecho, la reforma tributaria no se necesita si se reduce el excesivo gasto, y además resulta inconveniente, algo que es claro para la opinión pública y para los políticos, por lo que su trámite terminará con una nueva derrota del Gobierno, pues esta pretende aumentar los impuestos a la clase media y a los asalariados -que no son ricos-; a la gasolina -lo que encarecería la cadena de suministro-; a los bancos -que cumplen una función trascendental en la generación de empresa y empleo-; a los dividendos cuando se giran al exterior -lo que tendría efectos negativos en la inversión extranjera-; al patrimonio -en un claro sesgo confiscatorio-; y a los carros híbridos -en contradicción con su bandera de descarbonización-, por mencionar solo algunas perlas e incongruencias. Y la máxima expresión de ignorancia sobre economía y negocios es pretender incluir IVA a las cuotas de administración de copropiedades, que solo recaudan para pagar gastos comunes.

En conclusión, como al Gobierno se le acabó el tiempo y no se sintoniza con las necesidades y problemas de la ciudadanía, ya no le ponen bolas. Se está quedando solo con sus toldas y algunos insensatos empalagados con las mieles del poder.

Para bien de la nación, el petrismo inauguró con absoluto éxito su etapa de “pato cojo”, con una contundente derrota y clara victoria de Camargo, quien tiene todas las cualidades y condiciones para garantizar el respeto al orden constitucional, de manera que este fatal gobierno no contará en la Corte con las mayorías que hubiera podido tener para imponer su fatídica ideología neocomunista de haberse dado otro resultado.

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