¿Qué tamaño de Estado necesitamos y podemos pagar?
viernes, 15 de agosto de 2025
Juana Téllez
En los últimos meses hemos estado hablando constantemente de la preocupación por el deterioro de las cifras fiscales del país y creo que es un tema que amerita la atención de todos porque afecta directamente a las familias y a las empresas de todos los tamaños que operan en Colombia. Ese deterioro en las cifras fiscales se traduce en un mayor déficit del Gobierno Nacional Central, GNC, y, por tanto, mayores necesidades de endeudamiento que deben ser financiadas a tasas de interés altas en un momento en que el país ha perdido el grado de inversión y paga elevadas primas de riesgo soberano. Esto afecta no solo al Gobierno, afecta en cascada los costos de financiamiento de las empresas, el sistema financiero y las familias. Hemos sido testigos de operaciones de manejo de esa deuda en las últimas semanas que buscan suavizar los compromisos de pago en el tiempo, pero sobre todo, reducir el pago de intereses. Sin embargo, esto no soluciona preguntas estructurales sobre el tamaño de Estado que queremos y podemos pagar.
El aumento del gasto público del GNC es una realidad: en los últimos 5 años (2019-2024) ha aumentado 100% nominal y 43% real y en los últimos 10 años (2014-2024) 174% nominal y 56% real. El gasto representa hoy 24,2% del PIB frente a 18,7% en 2019. Los ingresos no han subido al mismo ritmo a pesar de varias reformas tributarias que se han implementado en este período: en los últimos 5 años han subido 64% nominal y 17% real y en los últimos 10 años, 124% nominal y 27% real. En términos de PIB, los ingresos pasaron de 16,2% en 2019 a 16,5% en 2024. Es también una realidad que estamos gastando más de lo que podemos pagar generando mayores déficits y un aumento del endeudamiento. La deuda neta este año será cerca de 61% del PIB frente a 48,4% de 2019.
La sostenibilidad fiscal a corto y mediano plazo garantiza que el país acceda a los recursos necesarios a un precio adecuado y que de esta forma pueda financiar la inversión, que tanto necesita. Y esto, por supuesto, amerita que como sociedad definamos el tamaño del sector público que queremos y podemos financiar. El aumento del déficit primario (sin incluir el pago de interés) muestra que el gasto que estamos haciendo no lo podemos pagar. Para este año, el Gobierno estima un déficit primario de cerca de 2,4% del PIB cuando en 2023 era de 0,3%.
El aumento del gasto no se ha dado en unos meses, se ha dado en varios años y ha sido consecuencia de decisiones ejecutivas, judiciales y legislativas. Sin embargo, no podemos seguir pensando que puede crecer sin plantearnos su tamaño óptimo ante las restricciones de ingresos que existen, Es necesario hacer un alto en el camino y dar un mensaje creíble de ajuste de gasto que sea compatible con los ingresos que se generan y, por tanto, sostenible en el mediano plazo. La inflexibilidad del gasto público es una realidad que no es nueva, pero no una excusa para no repensar el tamaño de estado que queremos y su papel en el cuidado de los ciudadanos y hacer los cambios en serio en el corto y en el mediano. Cuidar la sostenibilidad fiscal es un activo para la sociedad y se debe propender por priorizar el gasto eficiente con mayor impacto en bienestar social y crecimiento.