Planes Nacionales Sectoriales
Buena parte de los esfuerzos relacionados con la implementación del acuerdo de paz se ha centrado en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (Pdet), algo que, a pesar de los obstáculos, en muchos territorios se percibe como un avance en la dirección correcta. En este momento es necesario que dichos programas se articulen con otro elemento esencial del acuerdo sobre el que los avances aún son muy escasos: los Planes Nacionales Sectoriales.
A manera de ejemplo, en el Catatumbo, donde se realizó el piloto de la Hoja de Ruta que busca articular a las entidades responsables de los Pdet, muchas personas valoran los avances de manera positiva. Con algunas de las iniciativas que estos programas incorporan, se contribuye a la idea de que son una oportunidad única para la superación de problemas históricos del territorio.
No obstante, también se señalan tareas pendientes como los criterios para identificar cuáles iniciativas son transformadoras, de corto, mediano y largo plazo, así como una mayor correspondencia con la realidad del territorio. Otras preocupaciones tienen que ver con el papel de alcaldes y gobernadores en su ejecución, así como los tiempos del gobierno, ya que aún están pendientes 15 Hojas de Ruta adicionales, con lo que crece la zozobra donde los avances son menores.
Pero más allá de esto, los Pdet se concentran en los 170 municipios con mayor afectación del conflicto armado, aunque es claro que los problemas de pobreza y debilidad estatal no son exclusividad de ellos. De hecho, en el marco de la Reforma Rural Integral (RRI) pactada en el acuerdo de paz, adicional a los Pdet, el Estado adquirió el compromiso de que diferentes autoridades del nivel nacional elaborarían y pondrían en marcha planes orientados a eliminar la pobreza extrema y reducir la pobreza rural en un 50 %, en un plazo de 15 años.
Para esto, los Planes Nacionales Sectoriales de la RRI deben desplegarse por todo el territorio nacional, contribuyendo a reducir los déficits en diversas áreas, y con ello garantizar que los municipios “no Pdet” también se vean beneficiados de la implementación del acuerdo.
Allí los retos son de mucho mayor calado pues se requiere un esfuerzo de múltiples ministerios y agencias estatales, cada una con sus intereses propios, no en pocos casos distantes al espíritu del acuerdo. No es sorpresa, entonces, que, de 16 planes pactados y que debían estar listos para finales de 2018, solo 4 hayan sido adoptados por el sector responsable: vías, electrificación, conectividad y fomento a la economía campesina. También preocupa su ausencia en el Plan Nacional de Desarrollo, con lo que está el riesgo latente de que su expedición no sea oportuna y pierdan el sentido por el que fueron concebidos.
Un aspecto esencial del acuerdo de paz es su carácter integral, esto es, la complementariedad necesaria entre los diferentes temas pactados. Ahora, si bien los avances en materia de Pdet se han traducido en esperanza para algunos territorios, sigue siendo necesaria una apuesta comprehensiva que involucre otros temas del acuerdo, de los que tal vez sea el de mayor importancia los Planes Nacionales Sectoriales.
Esto permitirá avanzar de manera coordinada en las transformaciones que requiere el campo colombiano, y contribuirá a mejorar la narrativa sobre la construcción de paz, respecto a la cual aún se ciernen dudas y escepticismos razonables.