Hay pocas cosas en la vida que tengan tanto poder como lo es el acceso al crédito. Quién no recuerda la frase de las abuelas que decían “Mijo si no es así, no consigue nada”; esta frase en Colombia no solo refleja la motivación que imprime la familia para conseguir las cosas del hogar, sino el papel transcendental que tiene el crédito de consumo, inversión, hipotecario, educativo, entre otros para facilitar el acceso a bienes y servicios por parte de personas y empresas. En Colombia para 2022 según la Banca de las Oportunidades 92 de cada 100 adultos tenían algún producto financiero y 36 acceso al crédito. Sin embargo, esta cifra no evidencia la brecha entre lo urbano y lo rural, para los primeros 38 de cada 100 acceden a crédito, mientras que para la ruralidad tan solo 21. Esta realidad se agudiza si pensamos en microcréditos pues solo 6 de cada 100 adultos acceden a este servicio financiero. Situación que lleva a las personas a buscar acceso al crédito por la vía informal, ilegal o incluso mediante bandas criminales.
Existen múltiples interpretaciones del poder del crédito para una economía, desde la explicación de los premios nobel de economía de 2022 Ben S. Bernanke, Douglas W. Diamond y Philip H. Dybvig para los cuales la regulación, las garantías, la estabilidad de los bancos y que los ahorros lleguen a la inversión tienen un valor superior, hasta el nobel de paz Muhammed Yunus para quien otorgar crédito significa en parte, crear desarrollo social y económico desde la base de la pirámide. Si bien estos planteamientos son fundamentales para la comprensión general del poder transformador del crédito desde múltiples espectros, es oportuno llevarlo al contexto colombiano para favorecer el diseño de la política pública. La realidad colombiana evidencia que pese a los esfuerzos realizados tanto por la institucionalidad financiera privada como pública en los últimos años y con la gerencia de tecnología efectiva que hizo la covid-19 que aceleró el proceso de bancarización es necesario reconocer que estamos lejos de atender las necesidades crédito, medios de pagos y equidad en uso y acceso por parte de grupos poblacionales.
Este poder transformador del crédito lo identificaron las bandas criminales quienes encontraron en el crédito una nueva renta. Si hacemos cálculos básicos una banda criminal logra duplicar un millón de pesos en dos en tan solo semanas, mientras que las personas pagan y pagan intereses y siguen con la misma deuda que los atormenta y les causa flagelo. La clave de las rentas criminales consiste en que la Institucionalidad pública y privada que tienen grandes avances en materia de bancarización, todavía no logran llegar al ciudadano de a pie por falta de iniciativas de crédito de bajo monto públicas o por reportes negativos en centrales de riesgo o peor aún en brechas de tecnología o costos asociado a lograr el acceso al crédito.
Desde Antioquia hemos entendido que la institucionalidad pública debe asumir el reto de atender las necesidades sentidas de la población, que hacerlo significará logras avances en términos de impulsar emprendimientos, reducir pobreza, mejores indicadores de acceso y permanencia en la educación superior, salud mental, disminución de violencia intrafamiliar, desempleo y en especial en materia de seguridad toda vez que la delincuencia entendió el poder del crédito para apalancar sus finanzas y se apoderó del otorgamiento del crédito en todos los sectores, regiones y micronegocios que tienen como una de sus fuentes de crédito el gota a gota.
Por cerca de 59 años el Instituto para el Desarrollo de Antioquia - Idea - ha sido un actor fundamental para las grandes gestas del departamento, en este entendido, desde hace un mes lanzó su filial Crediantioquia para otorgar crédito digital de bajo monto; entre $200.000 y $1 millón con plazos que van entre un día y noventa. Aunque el camino no será fácil para Crediantioquia pues esta se convierte en la primera iniciativa pública de crédito digital de América Latina, las primeras semanas son reveladoras pues son cerca ya de 3.000 Antioqueños mujeres, jóvenes, adultos, informales e independientes de más de 100 municipios del departamento que ya accedieron al crédito. Estas personas hoy están impulsando sus iniciativas de negocio o simplemente cubriendo necesidades de crédito básicas olvidándose del flagelo que implican los gota a gota. Estamos convencidos del poder del crédito, de la economía popular para transformar la realidad económica y social del país y en especial sabemos que es menester del gobierno impulsar iniciativas que generen inclusión financiera y logren combatir el gota a gota como lo está haciendo Crediantioquia.
Finalmente, desde el gobierno de Antioquia nos moviliza impulsar iniciativas que pongan en el centro al ciudadano y que permiten reconocer una problemática de país que no hemos sabido atender o a la que no hemos querido escuchar.