Estamos en la recta final de la elección presidencial y los empresarios, líderes gremiales y sectoriales, como ya ha sido común, se encuentran muy interesados en conocer con precisión las propuestas económicas y sociales de los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta. El interés se centra en aspectos como i) la estabilidad macroeconómica, la tasa efectiva de tributación, la inversión de largo plazo, el empleo y la seguridad; ii) las condiciones básicas para la competitividad como la eficiencia del Estado, la justicia, la corrupción, la generación de energía, la economía digital, la infraestructura, el transporte y logística; y iii) los básicos del capital humano como lo son la salud y la educación. Esta no solo es una preocupación, sino que tiene que ser la hoja de ruta para cualquier gobernante en su periodo de gobierno y el GPS de la política de Estado.
Es importante que se diferencie la preocupación del empresariado por el futuro del país y sus empresas, de la que poseen algunos en términos del ejercicio político, financiamiento de campañas y la consecución efectiva de respaldos expresados en votos. Lo cierto es que nuestra tendencia reciente a señalar y generalizar nos limita en términos de comprender y en especial de construir desde la diferencia. Retomando las palabras pronunciadas por William Ospina en 2013 en la Universidad Autónoma Latinoamericana, “esa indiferencia ante todo lo público y todo lo comunitario es el principal mal de nuestra nación. Donde nadie se identifica con el otro, donde nadie se reconoce en el otro, nadie puede llegar a creer en el interés común”. Es precisamente este pensamiento el que debemos transformar para que el país pueda progresar.
La revisión del informe de competitividad 2021-2022 pone de presente al futuro gobernante que entre muchos otros temas, para la agenda de gobierno se han de tener en cuenta aspectos como: I) la eficiencia del Estado, expresada al simplificar trámites que mejoren la productividad empresarial, ii) en términos de justicia, 81 de cada 100 ciudadanos tiene una imagen desfavorable del sistema y una sensación de impunidad, iii) en lo que se refiere a corrupción Colombia obtiene un puntaje de 28 puntos menos que la media de la Ocde, lo cual evidencia el enorme reto que como sociedad tenemos, iv) en transporte, infraestructura y logística; las vías terciarias representan 70% de las vías departamentales, pero 75% está en mal estado, v) en energía, el país debe continuar la senda de contar con una de las matrices más limpias del mundo y garantizar un nivel de oferta que le permita seguir estando en términos de precio para la industria, cercano y ojalá inferior a los precios de los países Ocde, vi) en economía digital, deben multiplicarse por cuatro los esfuerzos, en tanto que solo 22 de cada 100 hogares de menor ingreso tiene conexión a internet, en el caso de los hogares con mayor ingreso 86 de cada 100 lo tienen, vii) en materia de educación, solo cuatro de cada 10 jóvenes con secundaria cuentan con empleo, situación que implica un esfuerzo contundente de todos los actores. Finalmente, viii) en materia de salud, pese a los avances en las unidades de cuidados intensivos UCI, derivado de la covid-19, siguen existiendo brechas gigantes en cuanto a oportunidad, cercanía geográfica, calidad y costos, entre otros.
Es necesario aceptar que el empresario es pieza clave del engranaje social y económico de un país.
En consecuencia, su papel es protagónico como generador de empleo formal, lo cual tiene una incidencia directa en mejoras en las condiciones de vida de la población, sus aportes en términos tributarios permiten el diseño de las políticas sociales y contribuyen a la construcción de una sociedad justa y equitativa; objetivos que se comparten ampliamente desde el quehacer político. En este sentido, los aspectos que son de interés de los empresarios no son ajenos a los intereses de los ciudadanos de a pie. Por ejemplo, los fenómenos inflacionarios (como los que actualmente se viven a nivel nacional y global) restringen la capacidad adquisitiva de los hogares, llevándolos a consumir menos, pero a la vez, estos mismos fenómenos incrementan los costos de producción de las empresas y comprometen su competitividad tanto en los mercados locales como en los internacionales; por lo que al final, una serie de aspectos explican objetivamente el interés de los empresarios en los fenómenos políticos del país.
En síntesis, si la preocupación de los empresarios es en temas de interés nacional, que en algún momento se veían con desdén, bienvenidos pues Colombia tiene brechas sociales por cerrar, una agenda de desarrollo de largo plazo para construir colectivamente y muchos sueños de país por cumplir. Son Ustedes, los empresarios, llamados a ser actores principales en la transformación del país.