Analistas 28/12/2022

Navegando contra la corriente

Luego de conocer que el crecimiento de la economía colombiana durante el tercer trimestre del año fue de 7% y de acuerdo con el más reciente informe de política monetaria del Banco de la República, en el cuarto trimestre del año, la economía colombiana debería continuar desacelerándose a partir de los altos niveles de actividad observados en los periodos anteriores, implicando una revisión en el pronóstico de crecimiento para dicho trimestre, el cual muy seguramente se ubicaría entre 4,2% y 4,8%.

Además de los efectos derivados del ajuste de la política monetaria, la desaceleración del crecimiento hacia el cuarto trimestre se daría en un entorno internacional que se ha deteriorado, con unas condiciones financieras externas más apretadas, un estancamiento en el crecimiento de los principales socios comerciales y fuertes presiones cambiarias sobre los precios de los bienes importados.

Todo esto hace que las estimaciones de desempeño para 2023 no sean alentadoras, en razón a que la economía mundial sigue enfrentando retos derivados de una serie de externalidades negativas, definidas en gran parte por la invasión de Rusia a Ucrania; los cuellos de botella en la cadena logística a nivel internacional; la pérdida constante y creciente del poder adquisitivo de la mayoría de los agentes económicos en el mundo, gracias a las presiones inflacionarias; sumado esto, a la esperada contracción de una tercera parte de las economías del mundo y el muy seguro estancamiento de Estados Unidos, China y las naciones que hacen parte de la Eurozona.

En tal sentido, el FMI proyecta un crecimiento de 2,7% en el PIB mundial, frente a un crecimiento proyectado para América Latina y el Caribe de 1,7% y un crecimiento estimado para Colombia de 2,2%, el cual ubicaría al país en el séptimo puesto en materia de desempeño económico, siendo superados en términos de crecimiento por Venezuela, con un crecimiento de 6,5%; Paraguay, con uno de 4,3%; Uruguay, con uno de 3,6%; Bolivia, con 3,2%; Ecuador, con 2,7%; y Perú, con un crecimiento de 2,6%.

En casi todas las geografías del mundo, el rápido crecimiento de los precios, en especial de los alimentos y la energía, está causando graves efectos económicos, principalmente en lo referente al consumo de los hogares y en particular de los hogares de menores ingresos. En este sentido, la contracción de la política monetaria llevada a cabo por la mayoría de los bancos centrales en el mundo no está reflejando la contundencia que debiera, dado que las presiones inflacionarias están demostrando ser más extensas y persistentes de lo esperado.

Es precisamente esta coyuntura la que configura riesgos para el sector de la construcción en Colombia, un sector fundamental para el desempeño de la economía colombiana, dada su relación con la generación de empleo, el consumo de materias primas y la activación del sector financiero. Adicionalmente, un amplio número de materiales de construcción poseen un esquema productivo altamente intensivo en energía, por ejemplo, la producción de acero y cemento requiere de forma intensiva el carbón, mientras que la fabricación de tejas, ladrillo y material de mampostería requieren con gran intensidad gas natural; además de ello no se puede dejar de considerar, el encarecimiento en los costos asociados a la financiación (tanto desde la perspectiva de un mayor costo financiero del crédito asumido por el constructor, como del crédito asumido por el comprador final de las unidades de vivienda) derivado del incremento de las tasas de interés de la política monetaria y su traslado a las diferentes carteras de crédito.

Las últimas cifras disponibles dan cuenta de una profundización en el ritmo de caída de las ventas de vivienda, registrando en octubre 13.374 unidades y una variación negativa de 39,4%; por si fuera poco, los modelos actuales de preventa de vivienda, que han permitido durante varios años incrementar el ritmo de crecimiento del sector, no están contemplados para funcionar en un escenario de altos costos e inflación de dos dígitos ya que los incrementos no previstos en el costo de los materiales de construcción mientras se surten las etapas de preventa y construcción, no permitiría la transmisión del mayor costo al precio final de la vivienda, con lo que se corre el riesgo de que los proyectos se vuelvan inviables, tal y como lo revela Camacol que llega incluso a advertir, que a nivel nacional existe un número aproximado de 250 mil unidades de viviendas VIS que corren el riesgo de ser inviables para sus constructores.

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FMI - Crecimiento económico - Banco de la República - PIB