Tribuna Universitaria 17/01/2018

Diez años de videollamadas

Leonardo Gómez Jiménez
Profesor de Medios Digitales

A comienzos de 2008, Comcel (hoy Claro) se jactaba de ser el primer operador en Colombia que ofrecía el servicio de videollamadas. Esto era posible gracias a que la nueva tecnología móvil de tercera generación o 3G permitía una velocidad de transmisión de datos suficiente para video y audio en tiempo real. Una pareja que quisiera comunicarse con este método, prácticamente debía comprar un par de teléfonos idénticos. El Nokia N75 era el más popular con esta tecnología: tenía apariencia de “flecha” pero fue de los primeros con doble cámara para permitir la videollamada. El minuto costaba $670 de 2008 y los planes empezaban en $29.000 con 45 minutos de llamadas con video. Hoy se consiguen planes de ese precio que incluyen internet ilimitado, no solo videollamadas.

Lo cierto es que esta tecnología nunca se hizo popular. Pasar de la llamada de voz a la videollamada era como pasar del burro a la nave espacial sin haber probado la bicicleta, el auto o el avión. Hace 10 años apenas estaba haciéndose conocido Facebook y Twitter, ni hablar de Whatsapp ni Snapchat. El drama para los adolescentes de la época no era quedarse sin datos sino quedarse sin minutos.

Sin redes sociales, el concepto de imagen en las comunicaciones personales era nulo, todo era por voz. Era claro que para comunicarse con alguien se llamaba al fijo, al celular y si era muy corporativo al correo. La gente no estaba acostumbrada a compartir fotos personales, mucho menos en pensar en tener una foto de perfil, eran muy pocos los celulares con cámara y los que había no tenían buena calidad de imagen. Tampoco había internet móvil, así que ¿cómo se atrevería la gente así de repente a contestar una videollamada para exponerse a caer en la mentira de dónde estaba o exponer una mala pinta o un mal peinado o ser objeto de miradas extrañas de la gente alrededor que no lograran entender por qué alguien le hablaba fijamente a la pantallita de un celular? La geolocalización tampoco era popular así que existía el temor de recibir una videollamada y tener que revelar la ubicación.

Al tiempo que se lanzaban las videollamadas se lanzaba el 3G. El 3G si fue el que abrió camino para la cultura del internet móvil que permite que hoy, 10 años después sea común ver a alguien en la calle en una videollamada vía FaceTime o Skype, o tomándose selfies. La imagen hoy es fundamental, desde adolescentes hasta abuelos se preocupan por tener una foto de perfil presentable en sus redes, así que pensar en una llamada con imagen ya resulta natural.

Las videollamadas han evolucionado al concepto de telepresencia que gracias a la banda ancha y al desarrollo de pantallas gigantes, permiten reuniones de personas en lugares extremos interactuando en tiempo real y en tamaño real como si estuvieran en el mismo lugar. La tecnología puede estar preparada para ofrecernos algo pero somos nosotros los que debemos estar culturalmente listos para adoptarlo.

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