“Quiet Quitting”
De la “Gran Renuncia” que se dió durante la pandemia hemos pasado a la llamada “Renuncia Silenciosa”…este fenómeno del “quiet quitting” en el que los empleados no renuncian a sus trabajos más cumplen al pie de la letra sus funciones, sin horas extras, sin trabajar fines de semana, es decir ¡renuncian a dar más! Este fenómeno que se ha vuelto popular en las redes sociales (el hashtag #quietquitting en TikTok tiene mas de 285 millones de vistas), es sujeto de debate. Algunos dicen que se trata de empleados perezosos, caprichosos, que no quieren trabajar, pero otros ven, en esta rebelión silenciosa un llamado al cambio.
Quienes lo ven como un fenómeno generacional dicen que las nuevas generaciones, en particular la Z y los millennials, se contentan con la ley del mínimo esfuerzo. Más los estudios muestran algo diferente. Un reciente estudio de Gallup encontró que existe una baja sustancial en el grado de compromiso que estas generaciones tienen con sus trabajos y estos mismos expresaron descontento e insatisfacción laboral (en particular los que están por debajo de 35 años). Manifiestan sentir que no se les brindan suficientes oportunidades de aprendizaje y de crecimiento, hay falta de claridad en las expectativas, no se sienten valorados, enriquecidos, hay falta de conexión con la misión y propósito de las organizaciones en las que trabajan y por ende desconexión con sus gerentes y líderes.
Dicen, que es más una expresión de frustración y de defensa de su vida fuera del trabajo. Una investigación de Harvard respecto a este tema analiza que las causas del “quite quitting” no son la falta de voluntad de los empleados de trabajar duro y de comprometerse, dicen que es más bien la consecuencia de gerentes y líderes que no motivan y generan espacios de trabajo que estimulen a sus empleados.
¿Estamos acaso como líderes y gerentes pidiendo esfuerzos y sacrificios desmedidos que al final incidirán en la productividad? El filósofo surcoreano, Byung-Chul Han, habla en su libro “La sociedad del cansancio” que vivimos en una sociedad de rendimiento en la que nos explotamos a nosotros mismos, pues creemos que eso nos libera. Esta sociedad crea individuos que o funcionan o fracasan. Estos seres agotados viven constantemente devorados por sus propios egos, siendo víctimas y verdugos a la vez.
Si la “renuncia silenciosa” fuera un señalamiento, una huelga hacia la apatía de muchas organizaciones hacia sus empleados, hacia la necesidad de buscar equilibrio, este fenómeno - dice Gallup que los “quite quitters” representan aproximadamente 50% de la fuerza laboral en Estados Unidos- podría ser una oportunidad para generar una mirada crítica hacia como estamos gerenciando y abrir el diálogo evaluando las diferentes perspectivas. Tal vez las nuevas generaciones nos están invitando a reconsiderar el mundo de la “autoexplotación” y movernos hacia un mundo más sostenible. Un mundo en el que puedan coexistir los compromisos laborales con la vida personal. Un mundo en el que trabajo no se vuelva nuestra vida y en el que aprendamos y valoremos el “ocio creador”.