Analistas 13/08/2025

Una ventaja competitiva que no se compra, se construye

Leticia Ossa Daza
Socia Directora Práctica LatAm Paul, Weiss NY

Desde la antigüedad, algunas de las transformaciones más importantes han surgido de una fórmula tan ancestral como vigente: las alianzas. Las alianzas matrimoniales, por ejemplo, eran auténticas estrategias geopolíticas capaces de sellar la paz, redefinir fronteras o garantizar la estabilidad de un reino. En esencia, la lógica sigue siendo la misma: unir fuerzas para lograr algo que trascienda a las partes.

En una economía marcada por la disrupción constante, esa lógica se ha vuelto más necesaria que nunca. La rapidez de la innovación, la presión por reducir riesgos y la creciente interdependencia global han hecho que competir en solitario sea, en muchos casos, inviable. Las alianzas -en sus distintas formas, desde joint ventures hasta acuerdos estratégicos- ofrecen acceso a mercados, tecnologías, talento y capital, sin la rigidez ni el costo de una adquisición.

Ejemplos hay muchos. La fusión entre PSA y Fiat Chrysler, que dio origen a Stellantis, creó el cuarto mayor fabricante automotriz del mundo, capaz de competir en escala, innovación y electrificación. O el joint venture entre Apple y Goldman Sachs para lanzar la Apple Card: la combinación de tecnología de consumo y banca tradicional abrió una nueva vía de crecimiento en servicios financieros para ambos.

Más no todas las alianzas prosperan. El caso de Sony Ericsson, inicialmente exitoso por combinar el diseño y hardware de Sony con la ingeniería móvil de Ericsson, terminó diluyéndose por la falta de alineamiento estratégico, diferencias culturales y prioridades divergentes. Es una lección recurrente en las escuelas de negocio: tener intereses comunes no basta; hace falta construir y sostener una visión compartida.

En contraste, la alianza entre Starbucks y PepsiCo para distribuir bebidas listas para consumir, RTD, en todo el mundo muestra el poder de la complementariedad. Starbucks aportó marca y capacidad de innovación; PepsiCo, músculo logístico y alcance en más de 200 mercados.

El resultado: un negocio multimillonario que aceleró la expansión global de Starbucks y diversificó el portafolio de PepsiCo.

En entornos de volatilidad, como lo señala un estudio reciente del Boston Consulting Group, las alianzas ofrecen algo que las fusiones y adquisiciones no siempre logran: flexibilidad y resiliencia. Permiten compartir riesgos, experimentar en mercados nuevos y ajustar estrategias sin perder independencia.

Sin embargo, más de la mitad fracasan por fallas de diseño: objetivos poco claros, gobernanza débil o desalineamiento cultural. BCG subraya que los líderes que tratan las alianzas como inversiones vivas -co-creadas desde el inicio, con reglas claras y planes de salida definidos- multiplican sus probabilidades de éxito.

La experiencia demuestra que no se trata solo de números y sinergias operativas. Según Harvard Business School, la mayoría de los fracasos tienen su origen en egos mal gestionados, falta de confianza o expectativas dispares. En un entorno donde el cambio y la capacidad de adaptarse son vitales, la economía de la confianza se vuelve tan relevante como la del capital. Las alianzas no se imponen; se diseñan y se cuidan. Y en un mercado cada vez más interconectado, el verdadero desafío no es solo competir mejor, sino aprender a aliarnos mejor.

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Economía - fusiones