“A menudo pensamos que en el amor encontraremos la parte que supuestamente nos falta, la que nos liberará de nuestra propia carencia, la que nos colmará. Sin embargo, en el amor ocurre lo contrario. Cuando amas a alguien, tu carencia tiende a duplicarse. Cuando encuentras el amor, no encuentras la parte que te faltaba hasta entonces. Encuentras la mitad que te faltará a partir de entonces. Si aspiras al amor, te topas con la soledad”. Es lo que afirma la psicoanalista Ana Suy en su libro “Buscamos el amor y nos topamos con la soledad”.
¿El amor contiene soledad?
Sí. Primero el amor incluye en su núcleo siempre una parte de soledad. Aquellos que no pueden soportar estar solos, tampoco podrán soportar el amor. Segundo, el amor actúa como un contenedor de la soledad, haciendo que la experiencia de estar solo sea más llevadera. Sin amor, la soledad sería opresiva, pero el amor transforma la soledad en algo más interesante y enriquecedor. Amar lo aprendemos siendo amados, aunque lo hagan mal. La soledad es un ilusión, siempre estás contigo.
¿Es necesaria esa soledad en el amor?
Sí. Cuando la otra persona está demasiado cerca, su presencia puede volverse angustiante. En esos momentos, extrañamos la sensación de añoranza. Echamos de menos echar de menos. Incluso en las relaciones amorosas más exitosas y recíprocas, la soledad es una constante inevitable. Siempre amamos solos porque cada persona ama desde su propia historia. A menudo pensamos que el amor nos completará y llenará nuestras carencias. Sin embargo, el amor puede aumentar nuestra sensación de carencia. Al amar, no encontramos lo que nos faltaba, sino que descubrimos una nueva falta. Amar implica aceptar la insuficiencia del otro, lo que a su vez refleja nuestras propias insuficiencias. Esta insuficiencia no necesariamente causa sufrimiento, puede ser lo que nos motiva a vivir. Somos seres incompletos y aceptar esta condición nos libera de la expectativa de que alguien más nos salve. Nadie puede salvar a otro en el amor y aceptar esto puede ser muy liberador.
¿Y el amor en la soledad?
Aunque el amor no elimina la soledad, transforma la experiencia de estar solos en algo mucho más llevadero. Sin amor, la soledad sería abrumadora, pero gracias al amor, la soledad se convierte en una experiencia interesante y enriquecedora. El amor y la soledad se entrelazan y se necesitan mutuamente. Amar no libera a nadie de la soledad. Hablar del amor y de la soledad es hablar de la vida.