La Constitución de los Diecisiete Artículos redactada por el príncipe Shotoku en el año 604, que se considera la primera de Japón, proclama en su primer artículo que «WA es importante». Wa en su interpretación más simplificada es armonía, lo que sugiere para muchos y explica para otros gran parte de su cultura y su mentalidad, pero es parte también de uno de sus conceptos más venerables y fundamentales, además de ser quizá el secreto menos explorado del enfoque japonés hacia el trabajo y la vida.
La sabiduría y filosofía japonesa han aportado conceptos tan importantes, para quienes los aprecian, como wabi sabi, zen, kintsugi, ichigo ichie y el ikigai; sin embargo todos brotan de uno tan esencial que podría considerarse a Japón como una nación construida sobre él, en concordancia con su noción de que existen diferentes elementos, no solo un todo unificado y coherente en todos los aspectos de la vida.
Equilibrio, comodidad, paz en el corazón y la mente. “Un estado de la conciencia humana caracterizado por una sensación de tranquilidad, equilibrio emocional, bienestar y calma”. En su explicación más bella, es el concepto primordial “que ayuda a aceptar la falta de felicidad percibida o incluso el desastre ocasional. Puede ayudarnos a aceptar ciertas situaciones, aunque no sean ideales”. Es bella porque no es la promesa vacía o la receta mágica para la felicidad, es necesario profundizar en su sencillez para adaptarlo, asimilarlo y ponerlo en práctica. Es dinámico, se alimenta de la realidad personal, adapta sus elementos nuevos, los organiza y trae con plena conciencia la alegría por vivir.
Un auténtico chef japonés no se queja por la escasez de ingredientes ni cobra precios astronómicos por ello, aprovecha al máximo lo abundante de la temporada y lo mezcla de formas tan creativas que el resultado es fascinante para los comensales. Ahí está presente el concepto. Ese mismo chef sabe que el salmón no es el pescado tradicional del sushi y entiende que esos bocados son de origen humilde en su creación y sus ingredientes, pero mezclados con tanta armonía en sus sabores que ninguno esconde al otro y se complementan en el paladar. No existe una sola receta, es tan versátil que sus combinaciones podrían ser casi infinitas, mientras guarden la esencia del concepto fundamental aplicable a todos los aspectos de la vida.
Este concepto es “Nagomi” -que es como se llama el libro de Ken Mogi- y está escrito para comprenderlo y aplicarlo. Es el camino japonés.