Recibir tres tiros en su espalda o el pecho serían suficientes -le dijo Jordan Cardella a su amigo- extendiéndole el rifle para que le disparara. Le había dado algo de dinero y drogas para que lo hiciera. Ya estaban en el punto alejado y solitario del inmenso parque en Milwaukee, Estados Unidos, donde se concretaría su “brillante” plan.
Jordan, un joven de 20 años, no quería morir, pero sí terminar con su dolor. Se encontraba devastado. No solo necesitaría quien le disparará, sino quien realizara la llamada clave que diera el aviso que aseguraba el éxito de la trama. Todo estaba preparado. Él se movía por sus sentimientos y estaba convencido de que era la única forma de lograrlo.
«Una emoción es un estado funcional de la mente que pone al cerebro en un modo de operación particular que se ajusta a las metas, dirige la atención y modifica el peso que le asignamos a los distintos factores cuando hacemos cálculos mentales», afirma el neurocientífico Ralph Adolphs, citado por Leonard Mlodinow en su libro “Emocional, cómo los sentimientos moldean nuestro pensamiento”.
Le pasó a Jordan. Aunque creyó que estaba ejerciendo un razonamiento frío y lógico, no era así. “En general, las personas no son conscientes de ello, pero el marco mismo de su proceso mental está altamente influido por lo que sienten en ese momento; en ocasiones es sutil, en otras, no”, dice el autor.
El plan de Jordan estaba concebido desde lo que sentía, pero a su amigo del rifle, la valentía solo le dio para atinarle el tiro en un brazo y a su otro amigo, para llamar una ambulancia en la que fueron los tres al hospital, donde fueron detenidos para ser juzgados por uso negligente de armas de fuego.
El fiscal del caso Christopher Rawsthorne dijo: “Éste tiene que ser el caso más fenomenalmente estúpido que he visto. Es increíble lo que pasó aquí”.
La clave del plan de Jordan Cardella era la compasión, como aquella que se siente por un perro maltratado. No se le ocurrió o no creyó que fuera suficiente enviar flores o prometer que cambiaría. Su exnovia solo regresaría a su lado si ella se enteraba de que estaba herido gravemente en el hospital tras ser atacado por una banda de delincuentes. Falló. Además de no despertar en ella de nuevo el amor, ni siquiera fue al hospital o volvió a contestarle una llamada.
Si no entiendes cómo los sentimientos moldean tu pensamiento, no solo vas a sufrir más en todos los campos de vida, sino que tendrás comportamientos fenomenalmente estúpidos.