Analistas 17/06/2024

La paradoja del apego

Lewis Acuña
Periodista

La pregunta para hacerse no es si se tiene apego, sino cuál es el tipo de apego que se tiene. ‘Las personas seguras se sienten a gusto en situaciones de intimidad. Suelen ser cálidas y cariñosas. Las ansiosas, anhelan la intimidad, tienden a obsesionarse con sus relaciones y acostumbran a dudar de la capacidad de su pareja para corresponder a su amor. Las evasivas, en cambio, equiparan la intimidad con una pérdida de independencia y se esfuerzan constantemente en evitar el acercamiento”. No deber sorprender identificarse con alguna de estas descripciones. Son los tres tipos de apego. Seguro, ansioso y evasivo.

El apego no es malo en sí mismo y comprender su funcionamiento es el modo sencillo y fiable de predecir la conducta propia y la de cualquier persona en un contexto romántico, sin crisis o dramas. Es el apego adulto gestado desde la infancia e incrustado en los genes como parte de la evolución humana. Una herencia del Homo sapiens y su cerebro emocional desarrollado para actuar en un entorno amenazante y necesario para superar los peligros que afrontaba. Estar vinculado a alguien es programarse para buscar apoyo en el otro y asegurar una proximidad psicológica y física. Cuanto más ‘eficiente’ es la dependencia mutua, más independencia y valor adquieren para afrontar la vida. Es ‘la paradoja del apego’. En otras palabras. ‘Si quieres coger la vía de la independencia y la felicidad, busca a la persona idónea de la que depender y transitarla a tu lado’. Se puede entender mejor con el llamado ‘experimento de la situación extraña’.

Una mujer y su hija de un año entran a una habitación llena de juguetes. Son recibidas por una joven amable y dulce. La niña gatea libre y confiada. Explora varios juguetes. Está maravillada. Voltea a ver a su mamá ocasionalmente y sigue avanzando. Cuando está distraída la mujer sale del lugar. Al notarlo, la pequeña se apresura hacia la puerta. La golpea, llora. La joven trata de calmarla con voz tierna y una caja de pequeñas piezas. Se las tira encima. La mamá vuelve. La niña se abalanza a sus brazos. Se calma y de nuevo gatea libre y confiada. Es la ‘base de seguridad’. El sentimiento de tranquilidad que da el respaldo de alguien en quien se puede confiar plenamente. Un requisito para explorar, crecer y aprender. Siendo adultos, para afrontar situaciones nuevas y retos difíciles.

“Maneras de amar” te enseña la ciencia del apego y el tipo de persona que deberías encontrar para ser tu base de seguridad.

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