La sociedad nos invita continuamente a validar y reconocer la diversidad como un principio intrínseco y valioso de nuestro actuar. Desde el sector empresarial, somos conscientes de la importancia que las empresas sean un reflejo de esa diversidad y quizás uno de los grandes avances en esta materia es la construcción de una cultura inclusiva entre nuestros colaboradores, direccionada a lograr un balance de género desde cargos de liderazgo.

Está demostrado que fomentar la cultura inclusiva en una organización ayuda a enriquecer el talento humano, aportando diversas perspectivas y generando competitividad, innovación y productividad. Según el último estudio de Catalyst, las empresas del Fortune 500 con tres o más mujeres en su junta directiva tuvieron mayor rentabilidad sobre la inversión a las que tienen baja representación. Sin embargo, la cultura inclusiva se convierte en realidad al traducirse en planes concretos y medibles para garantizar que los procesos organizacionales efectivamente expresen una igualdad de oportunidades para todas las personas, sin importar su género.

Desde mi experiencia, rescato la importancia de trabajar una cultura inclusiva como una estrategia organizacional que esté presente en todos los procesos de gestión humana y que contemple espacios alternativos de desarrollo, como redes de mujeres, que aporten a la construcción de confianza. Del mismo modo, como cualquier estrategia de negocio, ésta debe tener un norte y un seguimiento para poder ajustar en el camino. A nivel mundial existen rankings que permiten hacer un diagnóstico interno y evaluar cómo estamos frente a las mejores prácticas que brinden garantías de equidad para los equipos.
Un ejemplo de estos, es el Índice de Equidad de Género publicado recientemente por Bloomberg, el cual mide la igualdad de género a través de cinco pilares: liderazgo femenino y canalización del talento, igualdad y paridad salarial, cultura inclusiva, políticas de acoso sexual y marca pro-mujeres. Me enorgullece que este año Philip Morris International fue incluida en el índice, lo que reconoce el trabajo adelantado y nos impulsa a seguir construyendo espacios laborales más inclusivos.

Índices como estos le dan relevancia a aspectos como la igualdad salarial y el liderazgo femenino, aspectos que marcan la diferencia en el reconocimiento del trabajo de hombres y mujeres por igual. En este aspecto, Philip Morris International cuenta con la certificación Equal Salary (Fundación de Equidad Salarial en Suiza) que certifica el pago igualitario de salarios entre hombres y mujeres que ocupan el mismo cargo. Así mismo, en los países del Clúster Andino contamos con una representación de mujeres de 53% en cargos directivos y 45% en cargos gerenciales. En Colombia, esa cifra es de 43%.

Es claro que nuestro éxito como organización depende de contar con una fuerza laboral diversa que tenga garantías para crecer y prosperar y que refleje la diversidad del mercado. Proporcionar una remuneración equitativa para hombres y mujeres por un trabajo equivalente es uno de los primeros pasos a tomar por las empresas que buscan un mayor balance de género y es el inicio de una serie de acciones que nacen de la intención genuina de una organización por construir espacios de trabajo más inclusivos y representativos.