AvanCiencia y su voluntad frente a la indeterminación del futuro
jueves, 14 de agosto de 2025
Luis Antonio Orozco
Isaac Newton sentó las bases matemáticas de la mecánica de los cuerpos celestes y Laplace la extendió con la idea de que es posible predecir con ellas el pasado y el futuro. Pero surgió una duda. Si las masas se atraen por la fuerza de gravedad, ¿cómo predecir el movimiento para saber si la Tierra no se saldría de su órbita? El rey Óscar II de Suecia y Noruega ofreció un premio a finales del siglo XIX para saber si ese sistema es estable en el tiempo.
Henri Poincaré fue el ganador, con una solución que criticó Lars Phragmén, haciendo que el polímata tuviera que corregirla y asumir de su bolsillo la impresión de la versión correcta, en la que demostró que un sistema de tres cuerpos es muy sensible a las condiciones iniciales haciendo que se presente una evolución futura no periódica e impredecible. Había nacido así la teoría del caos que explica el futuro como complejo e indeterminado por la iteración de tres o más variables en el tiempo.
En la vida social, la diversidad es una de las fuentes de aleatoriedad, de conflictos, de impredecibilidad. Como Shakespeare plasmó magistralmente en Romeo y Julieta, cuando nos enfrascamos en rivalidades, el propósito inicial se diluye y el conflicto perpetuado por inercia crea resultados no deseados, como la desaparición de las futuras generaciones, y nos impide unir voluntades para hacerle frente a lo desconocido, a la iteración venidera que no podemos ni siquiera barruntar.
Spinoza entendió que los individuos estamos dominados por las pasiones (como el odio, la envidia o la ambición), llevándonos a competir y a estorbarnos unos a otros. Este estado de conflicto impide el desarrollo de la potencia individual y colectiva.
La clave para superar esta situación es la razón, que nos conduce a consultar y debatir desde la diversidad para sumar fuerzas y cooperar con los demás en democracia, avanzando hacia la armonía con el orden natural, con el Deus sive Natura. La tolerancia con todas las opiniones es la base de la democracia y la libertad que conduce al desarrollo personal y al progreso social como defendió John Stuart Mill.
La historia de AvanCiencia es también la historia de debates en la diversidad para hacer propuestas por la institucionalidad científica colombiana, superando rivalidades, contrapuntos y tensiones. Fue así como se apoyó la Ley 29 de 1990 que separaba a Colciencias del Ministerio de Educación adjuntándola al Departamento Nacional de Planeación, en un debate sobre la separación entre educación y ciencia frente a una entidad transversal al servicio de la competitividad.
También se promovió la Ley 1286 de 2009, que convirtió a Colciencias en un Departamento Administrativo en una tensión entre más autonomía y menos coordinación; y la disyuntiva sobre la Ley 1951 de 2019, con la que se creó el MinCiencias -propuesta que AvanCiencia había hecho en 1984- y cuyo debate se centró en la politización de la entidad frente a una representación de la ciencia en el gabinete presidencial.
Hoy, continuamos abriendo espacios de debate en AvanCiencia con la promoción de la iniciativa 081 de 2025 para crear la Comisión Legal de Ciencia, Tecnología, Innovación y Estudios de Futuro en el Congreso de la República.
Cada uno de estos hitos ha sido posible gracias a algo que considero nuestro mayor patrimonio: la capacidad de unir a la comunidad científica nacional en torno al debate para unir voluntades. Y digo unir con plena convicción de que, en ciencia, como en democracia, hay múltiples perspectivas, debates y profundas diferencias.
Sin embargo, la diversidad de miradas no es un obstáculo, sino la fuente de la innovación, como nos enseña el caso de Poincaré y Phragmén, o el de Max Planck y Ludwig Boltzmann y muchos ejemplos más en la historia de la ciencia.
Invito a que todos los actores del Sncti construyamos una visión compartida que vaya más allá de un gobierno o de las coyunturas políticas. La ciencia no debe ser rehén de los vaivenes del poder ni los ministros de turno, debe ser una política de Estado, sostenida y defendida por todos, sobre unos mínimos en los que se unan nuestras voluntades en tolerancia.
El futuro con las dinámicas de la cuarta revolución industrial, de las ciencias y tecnologías cuánticas, de la inteligencia artificial, los sistemas ciberfísicos, la biología sintética y las guerras, muchas guerras, se hace más incierto y complejo. Desde AvanCiencia tenemos la voluntad de trabajar unidos por una cultura científica y capacidades investigativas e institucionales que nos permitan estar a la altura de los retos que se avecinan y enfrentar la indeterminación del futuro.