Analistas

Del decretazo y la regla fiscal al totalitarismo y la banalidad del mal

Luis Antonio Orozco

En la contundente editorial del pasado viernes 13, Fernando Quijano Velasco, director de La República, le hace un llamado a la academia por su silencio frente a la situación fiscal del país y la nefasta administración del gobierno Petro. Las temerarias decisiones que se traducen en gastar más de lo que se tiene, en generar una deuda que va a lacerar la sostenibilidad financiera del país, parecieran no interesarle a la academia. Una mirada rápida a las publicaciones en Scielo y Scopus le da la razón. Aparecen solo 10 documentos sobre la regla fiscal en Colombia, la mitad producidos por el Banco de la República.

Las investigaciones van desde reflexiones sobre la reforma de 2021, pasando por análisis macroeconómicos de la espiral de la deuda pública, evaluaciones econométricas sobre el rol de la regla en el petróleo, las materias primas, las dinámicas municipales y los ajustes pospandemia de la deuda privada hasta la propuesta de un nuevo modelo fiscal. Pese a la escasa investigación, sabemos que la regla fiscal ha permitido equilibrar ingresos y gastos, pero, sobre todo, proteger la salud fiscal de las futuras generaciones. Es, sin duda, un mecanismo que se ajusta a la idea de prospectiva legislativa que facilita la gobernanza anticipatoria, como está promoviendo el secretario ejecutivo adjunto de la Cepal, Javier Medina.

La Universidad Externado de Colombia, fiel al mandato misional de fe en la democracia y lucha por el perfeccionamiento del Estado Social de Derecho, organizó el 16 de junio el evento académico ‘Panorama fiscal colombiano: ¿al borde del colapso?’. Esperamos que, sobre las reflexiones de importantes expertos, entre ellos los exministros Cecilia López, Mauricio Cárdenas y Juan Camilo Restrepo, se desarrollen simulaciones sobre los posibles comportamientos de la economía en el escenario que vislumbra la irresponsable decisión de Hacienda. Pero revisando las respuestas desde el seno de la academia, encontré un hecho significativo con la prematura renuncia como ministro de Hacienda del profesor de la Universidad Nacional de Colombia, Diego Guevara.

Me hizo pensar en que, adicional a los análisis económicos, es pertinente revisar la filosofía de Hannah Arendt sobre el totalitarismo y la banalidad del mal para entender lo que está sucediendo. La filósofa alemana-estadounidense propone que el camino del totalitarismo parte de romper las estructuras políticas y sociales existentes, como parlamentos y sistemas legales, para usar propaganda que reemplaza los hechos con ficciones ideológicas mientras se propician actos para infundir terror. Luego se busca un enemigo para movilizar las masas y fomentar una ideología totalizante que no admite cuestionamientos, y sobre ella la burocratización de la banalidad del mal, que consiste en mantener funcionarios que no piensan críticamente y se limitan a obedecer órdenes.

Gustavo Petro no respeta la ley, busca enemigos-oligarcas esclavistas o, ahora, el Congreso de la República-, llama y paga por marchas permanentes, deja que la violencia se salga de proporción y forja gabinetes de obediencia acrítica, incapaces de detenerse a reflexionar sobre las implicaciones éticas, legales y reales de sus acciones, incluso cuando las directrices son perjudiciales para el futuro de la nación.

Este gabinete pro Benedetti muestra una adhesión irrestricta a las órdenes, firmando el decretazo 0639 de la consulta popular -so pena de la denuncia penal que anunció antes de su atentado Miguel Uribe Turbay-, apoyando el Decreto 0572 para recaudar por anticipado la retención en la fuente - que socava la caja de las empresas- y mostrando beneplácito con la suspensión de la regla fiscal.

El ejemplo ilustre del Eichmann arendtiano -ese funcionario que no piensa y que obedece - está en la ministra de Ciencias, Yesenia Olaya Requene, quien, además de su rol de adular al amo y ser cerrera con los funcionarios de MinCiencias, toma decisiones contrarias a las necesidades del sistema de ciencia. La más reciente, no renovar el convenio con Colfuturo, afectando a unos 800 estudiantes, la mitad mujeres, más de 55% que no son oriundos de la capital y más de 60% que son de clase media.

¿No es acaso la población que el ideologismo woke del gobierno del cambio predica defender con oportunidades? Olaya ha recortado los recursos de su cartera como ningún otro Ministro para ponerlos al servicio del totalitarismo que erige su capataz, sin tener conciencia del daño que causa sepultando la inversión en la ciencia y el futuro del país.

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