Analistas

Autoridad o autoritarismo de la ministra de Ciencias, Yesenia Olaya

Luis Antonio Orozco

La autoridad es un tema central en el pensamiento administrativo. Max Weber propuso que la sociedad pasó de privilegiar una autoridad carismática, fundada en el reconocimiento e inspiración de auténticos líderes, y luego una autoridad heredada en la que el linaje y la descendencia eran suficientes para tener poder, a una autoridad legal racional dada por una posición jerárquica en una burocracia.

Esta posición otorga el poder de imponer la propia voluntad aun en contra de la de los subordinados, y por ello el gran pensador alemán indicó que el buen funcionamiento de una burocracia depende de que quien ostenta una posición de autoridad cuente con los conocimientos para ejercerla. Años más tarde, uno de los pensadores clásicos más importantes de la administración norteamericana, Chester Barnard, propuso que la autoridad más allá de una posición jerárquica existe si y solo si las personas la reconocen y la aceptan.

La autoridad emerge cuando los subordinados, pero también cuando los grupos de interés valoran, admiran y respetan a quien ejerce un cargo, y reciben sus ordenes y decisiones con beneplácito. Si no existe esa confianza en los administradores, las ordenes se diluyen y solo queda el autoritarismo, esto es, el ejercicio arbitrario del poder para intimidar y someter con el fin de imponer. El que manda, manda, así mande mal.

El pasado 4 de julio salió la aceptación formal de la renuncia de María Camila Díaz Casas quien fungía como viceministra de talento y apropiación del conocimiento, y que pese a su aparente cercanía con Yesenia Olaya como expuso esta columna en “La puerta giratoria de la ministra de ciencias”, las dádivas y el contubernio parecen haber terminado. Cuando se resquebrajan las estructuras corruptas y no se guarda la lealtad propia de quienes cometen acciones punibles, es porque algo muy malo está pasando. ¿Será que las denuncias de acoso laboral, malos tratos, vejaciones y ultrajes a los funcionarios de MinCiencias por parte de la ministra Olaya están rebozando todos los vasos?

He revisado con detenimiento la producción científica de la señora ministra más allá de la controversia de la afiliación con Harvard y las cuestionadas certificaciones de docencia en su hoja de vida en Función Pública, tema del que esperamos pronunciamiento de la Procuraduría y la Fiscalía y en el que está involucrada la viceministra que acaba de renunciar. Lo primero que noto es que su CvLAC, que debería tener un diligenciamiento ejemplar, languidece como si fuera un registro de prueba.

Aparece más información en Dimensions que es una plataforma abierta. No tiene un perfil en Google Scholar, ResearchGate o Academia. No tiene Orcid ni ninguna publicación de relevancia internacional en Scopus o Web of Science y dista diametralmente de lo que podríamos considerar una investigadora ejemplar. Adolece de cualquier pergamino que en la comunidad científica nos inspire respeto y admiración.

La autoridad emerge cuando los subordinados, valoran, a quien ejerce un cargo

Seguramente tras su soberbia oculta no solo que en materia de investigación no tiene una contribución digna de quien debería dirigir un ministerio de ciencia, sino su incapacidad de respetar la dignidad de las personas, tener empatía y ejercer una autoridad legítima. De lo que parece saber y poner en práctica, de acuerdo con un capítulo suyo que me llamó la atención, es de necropolítica y exclusión.

Esta columna inició el 2024 con Volver a una República de la Ciencia, donde está una exposición sobre las bases de la legitimidad en la ciencia. Indicamos entonces que “MinCiencias requiere fortalecimiento intelectual y moral, con líderes auténticos de la ciencia y la academia, que sepan de administración y gestión de la investigación, que puedan aprovechar recursos escasos, trabajar con Asominciencias y la comunidad científica para ajustar abiertamente lo que es económicamente posible y avanzar hacia escenarios científicamente probables.”

Ciertamente Olaya Requene ha excedido con creces la antítesis de un buen líder y seguro quedará en los anales de la historia de la ciencia en Colombia que le dio el periodo más oscuro y decadente a un Minciencias que recién se proyectaba para ser un faro de unidad para la comunidad científica colombiana.

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