Actualmente el país está debatiendo la reforma tributaria. Existe revuelo y desde luego ganadores y perdedores. Los empresarios sentirán algo de alivio, las clases medias y bajas asumirían mayor carga tributaria. Ante esto habría que preguntarse, ¿es una medida necesaria? ¿No se sabía que la modernización del Estado requería esta reforma para mejorar las finanzas públicas?

Intentaré responder como sigue. Primero, explicando que la base teórica para proponer menores impuestos es la curva de Laffer, según la cual, el total de impuestos que se pueden recaudar en una sociedad es función, forma de U invertida, de la proporción de renta que se cobre a las personas. Así a partir de cierto punto incrementar los porcentajes de impuestos en lugar de aumentar la recaudación real, la disminuiría.

Otro argumento es que disminuyendo impuestos los empresarios generarían mayor empleo por reinversiones. Hasta aquí todo tiene sentido. Pero si no se imitan medidas chinas (Beijing Consensus) en materia de fuga de capitales y obligatoriedad de reinversiones, eso resultará en un desastre para la sociedad colombiana.

Desde luego hay que indicar que en realidad la recaudación en Colombia si ha venido siendo desequilibrada entre personas jurídicas y personas naturales en comparación con muchos países del mundo. Y estas medidas tomadas propenden por dicho equilibrio e incentivan el emprendimiento formal.

Sin embargo, la gran contradicción son las exenciones de impuestos a algunos sectores que son billonarias en el país y que generan desigualdades no solamente respecto a los trabajadores, sino también respecto a otras actividades económicas.

El problema en parte se debe a la pasada abundancia petrolera experimentada que nos llevó a la pereza fiscal. Conexo el cierre de industrias exportadoras y el déficit en cuenta corriente. Situación que nos tiene en aprietos, ya que como diría Richard M. Auty, somos menos resilientes a shocks externos.

En mi concepto solo hay algo bueno de dicha reforma tributaria y es que indudablemente las personas tendrán ahora mayores incentivos para estar vigilantes y para dejar la indolencia respecto a tantos casos de corrupción abierta y encubierta que se presentan en los diferentes niveles gubernamentales.

Y finalmente, con respecto al presidente Duque. Creo que desde antes se tenía una noción del escenario posible al iniciar el gobierno y lo indicado sobre que el anterior gobierno fue “derrochón”, o que “raspo la olla” es algo que no puede ser excusa de ningún gobernante.

Se sabía que la implementación de los acuerdos, y la necesaria modernización del Estado requeriría de un incremento en el gasto público. Cosas fundamentales como el censo catastral de toda Colombia es condición sine qua non para que en nuestro país no se vuelvan a generar procesos de despojo que queden en la impunidad, por ejemplo.