17 años de silencio
En la entrega del informe de la Comisión de la Verdad, su presidente dio la cifra de 9 millones de personas como víctimas del conflicto, y lanzó una metáfora: Si hiciéramos un minuto de silencio por cada una, tendríamos que pasar con 17 años de silencio. Este dato estremece a cualquiera.
Esa es la magnitud del dolor y el daño causado. Para abrir los caminos de la reconciliación, como sociedad debemos seguir apoyando los mecanismos para reparar a las víctimas. Es una realidad que los agentes que generaron en gran medida esos daños, la guerrilla y los paramilitares, pasaron de agache en el tema. No cumplieron con esa responsabilidad.
Pues bien, ahora como sociedad debemos entrar a suplir. Así lo expresa la comisión: “A todo el pueblo colombiano, reconocer a las víctimas del conflicto armado en su dolor, dignidad y resistencias; reconocer la injusticia de lo vivido y el trauma colectivo que compartimos como sociedad, y comprometernos con la reparación integral y transformadora de los más de 9 millones de víctimas del conflicto armado interno”.
Por otro lado, la cultura de paz la describe así al Comisión en una de las exhortaciones: “A la sociedad en su conjunto, asumir el compromiso de un cambio profundo en los elementos culturales que nos llevaron a la incapacidad de reconocer al Otro y a la Otra como seres humanos e igual dignidad; construir en el diálogo, desde las diferencias y tradiciones espirituales y concepciones de vida, una ética pública en la que nos reconozcamos simplemente como personas, ciudadanas y ciudadanos, en un nosotros colectivo de nación, y emprendamos las transformaciones en lo institucional, lo normativo y, particularmente, lo personal y cotidiano; y desinstalar las narrativas de odio, discriminación y estigmatización, para instaurar a cambio la confianza y la pasión por un futuro de esperanzas compartidas y vida plena que les debemos a las generaciones futuras de Colombia”.
Igualmente, la reconciliación es otro de los elementos clave, y la Comisión la define de una manera muy descriptiva: “Reconciliación significa aceptar la verdad como condición para la construcción colectiva y superar el negacionismo y la impunidad. Significa tomar la determinación de nunca más matarnos y sacar las armas de la política. Significa aceptar que somos muchos -en diverso grado, por acción o por omisión- los responsables de la tragedia”. La reconciliación pasa, pues, por un acto muy profundo de conciencia de todas las responsabilidades de cada actor, y de aceptar y asumir la erradicación de la violencia.
Debemos tener en cuenta que el informe no es una denuncia, sino un trabajo valiente y amplio de interpretación que se suma a los esfuerzos de las instituciones públicas y la sociedad civil por comprender las causas y consecuencias del conflicto.
La Comisión no entra a acusar, ni a juzgar, pero si, desde una reconstrucción histórica y un cuidadoso análisis, nos señala un camino, en el cual nos propone el reto de tomar las riendas de los destinos sociales de Colombia y sentar las bases de un verdadera transformación a través de la cual podamos madurar un proceso genuino de reconciliación. Ahora la consigna será construir el diálogo y la confianza que genere una transformación para un futuro esperanzador.
Somos más los que soñamos con una Colombia en la cual las diferencias se superen con el intercambio de ideas, con el debate público, con el activismo democrático y no con la violencia consuetudinaria que nos ha caracterizado. Así pues, Con estos tres elementos: cultura de paz, reconciliación y reparación a las víctimas, podremos mirar el futuro con esperanza y dejar un mejor país a las nuevas generaciones.