A finales del año, el Consejo Privado de Competitividad publicó el informe departamental de competitividad del Valle del Cauca, donde continúa ubicado en el sexto lugar nacional después de Bogotá, Antioquia, Caldas, Santander y Risaralda. Y la pregunta que nos hacemos ¿por qué no estamos más arriba? ¿Qué nos está haciendo perder competitividad?

Pues bien, el ranking de competitividad tiene tres grandes factores: Condiciones Básicas, donde estamos en el séptimo lugar a nivel nacional; Eficiencia, donde ocupamos el séptimo lugar; y Sofisticación e Innovación, donde salimos en el tercer lugar. ¿Qué nos pasa en las dos primeras? Pues la tercera es evidentemente una gran fortaleza del departamento.

El factor de Condiciones Básicas tiene seis pilares y este es el puesto que tenemos en cada uno: Instituciones (9), Infraestructura (7), Tamaño de mercado (3), Educación Básica y media (22), Salud (5) y Sostenibilidad ambiental (8). Es decir, que el gran hoyo negro del Valle es la Educación Básica y Media, en efecto, así estamos en los subpilares de este pilar: en cobertura, puesto 19; y calidad de la educación, puesto 21. La mejora de la educación debe ser la gran prioridad de la región. Los municipios deben preocuparse mucho más por sus planteles educativos y por los profesores.

De otra parte, llama la atención que el pilar de Instituciones tengamos tan mediocre cumplimiento en el desempeño administrativo, pues ocupamos el puesto 20, que tiene que ver con la eficacia, requisitos legales, capacidad administrativas y gestión. Mientras que en la gestión de regalías estamos de terceros a nivel nacional. Otro elemento de Instituciones a mejorar urgentemente es el de Seguridad y Justicia, donde estamos en el poco honroso puesto 21 a nivel nacional, que se mide con las tasas de homicidio, secuestro, extorsión, jueces por habitantes y mecanismo alternativos de justicia.

En el factor de Eficiencia, tenemos un desempeño regular, puesto 12; en el pilar de Educación Superior y Capacitación y en algunos subpilares muy graves: Deserción en educación superior, puesto 19, y la cobertura de la educación técnica y tecnológica, puesto 11. De otra parte, en el pilar de Eficiencia de mercados, tenemos cuatro aspectos muy mal: ¡en obtención de permisos de construcción estamos en la cola del país! Puesto 26, que se basa en el Doing Business del Banco Mundial, que toma como indicador la construcción de un almacén en términos de costos y tiempos asociados a los procedimientos para lograrlo, ¿Qué pensará el Alcalde? En tasa de desempleo, en el puesto 22; en tasa de subempleo, puesto 19; y carga tributaria para las empresas, en el 16.

Bien valdría la pena un análisis juicioso y detallado de este estudio por parte de los gremios, los funcionales públicos y las universidades para ayudar a focalizar acciones de mejora en el inmediato futuro. El Valle puede y debe estar mucho más alto en competitividad, tenemos las capacidades, pero falta focalizar los esfuerzos y mejorar los aspectos mediocres.

Tenemos este año elecciones regionales y debemos asegurarnos que los planes de gobierno de los futuros funcionarios estén bien direccionados. Y este estudio nos muestra con claridad y objetividad, muchas de las debilidades de la competitividad.

Este ejercicio sería muy saludable que se realizara en todos los departamentos del país. El esfuerzo que ha hecho el Consejo Privado de Competitividad con el Índice Departamental de Competitividad elaborado en conjunto con la Universidad del Rosario a través del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas, hay que aprovecharlo. Permite focalizar esfuerzos y, también, para explotar las fortalezas. Este tipo de instrumentos permiten la modernización de la toma de decisiones, pues ayudan a cuantificar los impactos de la política pública. Así, la Política pública puede dejar de ser carreta y convertirse en palanca de los cambios en las regiones.