Tenemos que hablar Colombia
“Colombia atraviesa momentos difíciles. Hay numerosas demandas ciudadanas que no han encontrado respuesta. Este momento histórico es una ventana de posibilidades para la conversación, la cual confluye en la construcción de propuestas compartidas. Conversando entre todos identificaremos ideas, preocupaciones y propuestas, de modo que se revelará una visión común que servirá para construir la Colombia que queremos”, esta es la respuesta del grupo impulsor de “Tenemos que hablar Colombia” frente a la pregunta: ¿Por qué apostarle a un trabajo colaborativo con la ciudadanía?
Las universidades Eafit, Andes, Nacional, Valle e Industrial de Santander, con el apoyo de Sura y Fundación Ideas para la Paz, están proponiendo un gran diálogo de país que aglutinará más de 10.000 personas con una rigurosa metodología ya probada en Chile. Será un gran ejercicio de democracia participativa jamás visto en el país. Y puede ser un momento muy importante de consolidación de diálogo frente a la violencia, del diálogo frente la intolerancia, del diálogo frente al escepticismo… Es construir un tejido de confianza en el país, para que la palabra pueda circular. Aspiran a construir un “camino de acción y decisión pública con imaginación y esperanza de cambio”. La garantía de las organizaciones que lo inspiran y gestionan es que será un proceso transparente, de gran participación ciudadana para escuchar opiniones y sentires del país. Qué buen aporte será para el país estos procesos de escucha y reflexión.
Este esfuerzo, gracias a las entidades que lo impulsan, a su metodología y a su cobertura, puede complementarse con otras iniciativas que se vienen haciendo. Por ejemplo, la Cumbre de Diálogo Social que un grupo importante de actores sociales y empresarios iniciaron con el liderazgo de la Procuraduría y la Universidad Javeriana de Cali. Esta experiencia tiene también un rigor metodológico y logró poner a conversar a muchos que antes nunca se habían sentado a la mesa conjuntamente, con miras a construir un verdadero pacto de Estado. Allí está su especificidad, no solo en la representatividad de los actores, sino que precisamente se busca poner a dialogar a los más opuestos entre sí. La Cumbre ha seguido trabajando y tiene documentos y consensos interesantes para aportar al país.
Igualmente, creemos que la iniciativa de Tenemos que hablar Colombia puede ser complementada con la experiencia de Pacto País, que la Minga indígena lanzó luego de decidir levantar los bloqueos e invitar a una “Juntaza para que la Palabra camine”. El propósito de este proceso lo describen así: “El Pacto social propuesto busca analizar y proponer la construcción de alternativas sociales y política que vayan al fondo de los problemas para construir soluciones realmente efectivas, estructurales, a largo plazo y democráticas, para la construcción de vida digna”. Y señalan como principios claves: defender la vida, rescatar la palabra para afianzar la democracia y la búsqueda de la justicia efectiva.
Qué bueno que los organizadores de estos tres ejercicios, y otros que seguramente existen, puedan en algún momento articularse, pues seguramente podrán potenciar su impacto en la opinión pública.
Bien importante esta preocupación de distintos sectores por poner a conversar a Colombia. Y hay que subrayar que los tres procesos son esfuerzos desde la sociedad civil, no gubernamentales, lo que les puede dar una mayor transparencia y pluralidad. En pocas palabras: credibilidad. Los tres se plantean como procesos plurales y participativos, que son realmente procesos de participación ciudadana que le dan vida a la democracia. Y son todos esfuerzos por buscar consensos para mejorar nuestro país.
Sin lugar a dudas, que circule la palabra en espíritus abiertos a la escucha, nos fortalecerá como sociedad civilizada.